Cartas de la semana
Primero, quisiera enviar nuestro saludo de solidaridad a todos los amigos de México y al pueblo mexicano después del terremoto que ha dejado decenas de muertos y tantos daños materiales.
Luego, amigos, quiero deciros que por aquí la semana fue marcada por inestabilidad con chubascos y tormentas. El miércoles y el jueves casi todo el país, incluida Bucarest, estuvieron bajo alerta naranja y amarilla por inestabilidad atmosférica acentuada. Por lo tanto, Rumanía se enfrentó a un nuevo episodio de fenómenos meteorológicos extremos, después de las tormentas violentas que afectaron el domingo 17 de septiembre al oeste, centro y norte de Rumanía, causando la muerte de 8 personas y heridas a otras 140, así como importantes daños materiales.
También os quiero recordar que, el miércoles, la Capital de Rumanía, Bucarest, celebró su 558 aniversario, según la primera mención documental de la localidad en un fuero expedido en 1459 por el príncipe valaco Vlad Ţepeş el Empalador. Los días anteriores la alcaldía organizó una serie de actos festivos. Bucarest es capital de Rumanía desde 1862. En el período de entreguerras, la elegante arquitectura de la ciudad le atrajo el sobrenombre de „El Pequeño París”. Encanto cortado brutalmente durante la época comunista cuando, por orden de Ceausescu, varios edificios antiguos muy valiosos fueron reemplazados por los típicos edificios de apartamentos de la era comunista. Actualmente, Bucarest, el centro industrial y comercial más importante del país con más de 2 millones de habitantes, es una ciudad difícil de gestionar, debido a su infraestructura deficiente, y contaminada por el tráfico caótico.
Con esto, queridos amigos, paso a contestar las cartas y mensajes de hoy.
Sergio Fuentes Vásquez de Xilonichi-Calcahualco-Veracruz-México vuelve a ponerse en contacto con nosotros para saludarnos y para reiterar su interés por nuestros programas. Escribe Sergio que escucha RRI en castellano a diario, que aprecia nuestra labor y espera que seguiremos apostando por la onda corta. Agrega este amigo que le gusta mucho este programa porque relaciona a personas de todos los continentes. Sergio nos incentiva a seguir adelante con nuestros programas y asegura que seguirá apoyándonos.
-Muchas gracias, Sergio, por el afectuoso mensaje que nos mandas, así como por la fidelidad con la que continúas escuchando nuestros programas. A mi turno, amigo, te envío un gran abrazo y mis mejores deseos desde Bucarest y quedo a la espera de tus noticias. ¡Hasta pronto!
Freddy Ampuero Saldivia de Ancud-Chiloé/Chile, nos manda sus últimos informes de recepción y nos dice que el mejor horario para escucharnos es a las 21.00 UTC por los 13.810 khz. Señala asimismo que nuestra programación en castellano le parece amena e interesante. Adjunta como de costumbre un interesante recorte de periódico chileno.
-Muchas gracias, Freddy, por el nuevo envío y por volver a colaborar con nosotros. Me alegro mucho que mantengas intacto el interés por Rumanía y por nuestros programas. Hace ya tantos años que sigues a nuestro lado y te lo agradecemos muchísimo. Recibe, amigo, un muy cordial saludo en la distancia y será ¡Hasta la próxima!
Juan Franco Crespo de Valls-Tarragona/España, nos hizo llegar más artículos sobre su viaje por el Cono Sur. Uno de ellos se titula PASEANDO POR CHILOÉ, es muy interesante y ameno y quería compartirlo con vosotros.
Desde hacía años me atraía la idea de viajar a Chiloé, confiesa Juan, sobre todo desde que una noche escuchara por la célebre BBC el relato de Robinson Crusoe que me atrapó a temprana edad y me llevó a mirar mapas y mapas de un país lejano y, se me antojaba, maravilloso, en donde esa literaria isla existía en la realidad. Diversos avatares fueron posponiendo el viaje aunque en varias oportunidades estuve al otro lado de la cordillera pero, por alguna u otra razón, el paso no se realizaba.
Llegó 2011, el reto: una ruta que ya me habían desaconsejado algunos colegas por lo duro que es hacerlo en invierno y, aún más, vía terrestre. Quizá por eso, el gusanillo prendió y programé el viaje en pleno invierno chileno billetes de avión Barcelona-Santiago de Chile y Dios proveerá.
Y llegó el semestre de los tres inviernos: me explico. Llegué a la región del sur en la segunda quincena de julio. Una tempestad de nieve descomunal [el volcán ya hizo de las suyas poco antes de partir de España y algunas rutas las dejó impracticables] pero de la que, curiosamente, escapé. Cuando atravesaba la cordillera, a pesar de las nevadas, no había sido tan crudo a lo que otros años suele suceder a pesar del gran grosor que había, aunque se recrudecería la tempestad cuando ya estaba en Viña del Mar para reponerme del largo periplo y realizar la vuelta a casa.
La experiencia chilena te deja un sabor de boca que parece inacabado y te incita a pensar que más pronto que tarde volverás. Los amigos, algunos cultivados desde hace décadas, algunos conocidos por la Onda Corta; se portaron de maravilla. Y luego los que se fueron haciendo en el diario patear en la angosta franja chilena que han sido legión y han hecho posible ese gran cargamento de momentos agradables. A todos: MILES DE GRACIAS.
¿Qué poner? Bueno, me centro en Chiloé porque allí estuve más tiempo y, créanme, merecía la pena. Si además le agrada el marisco, no hay duda, este es un buen lugar. La llegada a Chiloé se produjo desde la mítica ciudad portuaria de Puerto Montt que tantas veces escuché a través de las ondas libres de Radio Moscú, especialmente de Escucha Chile: Víctor Jara te hacía vibrar. Tras el descanso de la primera semana de viaje y las visitas turísticas a la zona: Puerto Varas, Llanquihue, Laguna de Todos Santos, etc., se iniciaba, finalmente, el gran reto hacia el Sur. ¿Sería capaz de llegar? ¿Qué me esperaba en esos confines del mundo? La suerte estaba echada, así que manos a la obra y como dicen en mi pueblo: carretera y manta.
A media mañana taxi a la terminal para abordar el bus regular hasta Castro, previo paso del transbordador entre Pargua y Chacao. Aunque parezca extraño, esa mañana el astro rey se portó como un campeón, después todos los días hubo lluvia. Fue un tranquilo paso que nos dejaba en el tramo final de la Panamericana que arranca en Alaska y muere en Punta Lapa tras haberse recorrido 20.000 kilómetros. Fueron algo más de 200 kilómetros desde que pisamos tierra chilota.
Las islas hoy sobrepasan los 150.000 habitantes y, diría, que son Galicia en miniatura. Fue Hernando de Quiroga [Monforte de Lemos-Lugo] el que, siendo gobernador de Chile, organizó su conquista y la denominó Nueva Galicia. El que la visita rápidamente entiende el por qué de tan acertado topónimo. La franja atlántica de la isla está prácticamente deshabitada y es un inmenso parque natural que, por sí mismo, es una verdadera joya. En el sur está el Parque Tantauco que tampoco desmerece una visita y en donde el actual inquilino de La Moneda tiene una peculiar finca de descanso que, prácticamente, desde que llegó a la presidencia, no ha utilizado.
Los españoles llegaron aquí en 1567. Fue un año antes cuando, con motivo de la guerra de la Araucanía, todo quedó en punto muerto. Ruíz de Gamboa recibió el encargo secreto de zarpar hacia la región, los caballos pasaron nadando por la parte del Canal de Chacao atados por los indígenas a sus “dalcas” [balsas] y, tras una semana de bajada, se instalaron en lo que bautizaron como Castro y que hoy funge como coqueta capital insular. Las crónicas dicen que no hubo ni violencia ni víctimas. Allí los españoles encontraron chonos y huilliche [en total unos 10.000 que se prestaron a compartir el territorio insular con unos 200 “gallegos”] que todavía perviven y explotan esa acuicultura intensiva que inunda las mesas españolas y en donde un avispado empresario español se hizo multimillonario con productos que allí prácticamente nadie les hace caso pero el trasiego constante de camiones hacia el continente no deja de destrozar una ruta terrestre con inusitada rapidez. La vida fue tan dura que aquellos primigenios “gallegos” acabaron marcados en el más silente sincretismo.
Pero si algo hay que diferencie las islas de otras latitudes son sus iglesias: todas de madera y, en algunos casos, sin un solo clavo (emocionante la de Achao) que fueron levantándose por los frailes (dominicos y franciscanos), aunque como en otras latitudes del imperio español de la época, los verdaderos evangelizadores fueron los jesuitas a partir de 1608. Entonces la música tenía un papel de primera importancia en toda la parte religiosa, así que los catequistas o fiscales como entonces se les conocía, realizaron una impresionante actividad en todo el archipiélago y ahí hay que buscar los antecedentes del folclore chilota de nuestros días.
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