Geopolítica y divisas
Después de la invasión rusa de Ucrania en febrero, el euro está bajando y en septiembre cayó incluso por debajo del umbral psicológico de paridad frente al dólar estadounidense. Si a principios de año un euro cotizaba en torno a los 1,15 dólares, el mes pasado, por primera vez, cayó temporalmente al nivel más bajo registrado en más de 20 años. La situación está relacionada con la ecuación geopolítica generada por la guerra de Vladimir Putin. Una guerra que ha supuesto el empeoramiento de la situación económica en la zona euro y que hace que los inversores sean cada vez más reacios. Mientras el bloque comunitario intenta librarse de su dependencia del gas y el petróleo de Rusia, los costes energéticos han aumentado enormemente en la Unión Europea, y todos los europeos lo están notando. En el contexto de la explosión de los precios del gas y la posibilidad de que Moscú detenga el suministro, los inversores temen una posible recesión en la zona euro. Una recesión de la que también hablan los analistas, que pronostican que será más rápida y dura en la Unión que en EE.UU. Cada vez circula más la idea de que la economía mundial se acerca a un período de recesión. Se acerca un nuevo orden mundial y un reasentamiento de los flujos y políticas monetarias, que será negociado entre China y los EE. UU., pronosticó en Radio Rumanía Andrei Rădulescu, director de análisis macroeconómico(track):
"La evolución reciente de los indicadores en Estados Unidos y en la zona euro expresa claramente el estado de recesión en la segunda mitad de este año, por lo que se avecina una crisis económica. En mi opinión, no será una crisis de grandes proporciones, sino una crisis económica similar a la de finales de los 90. Además, se avecina una crisis social en Europa. Lamentablemente, en el enfrentamiento total entre Estados Unidos y China, Europa, incluida Rumanía, es quien paga la factura. En nuestro país, la factura puede ser más barata en comparación con la de los países occidentales, porque tenemos un grado mucho menor de dependencia de las importaciones de hidrocarburos de Rusia".
El hecho de que el sistema estadounidense de bancos centrales, la Reserva Federal, fuera mucho más firme y agresivo a la hora de subir los tipos de interés con el objetivo de combatir la inflación, es otro factor que ha favorecido al dólar frente a la divisa europea. Entonces, mientras vivimos incertidumbres en la economía global, los inversores creen que pueden confiar más en la moneda americana, unidad de refugio tradicional en tiempos de crisis. El analista económico Sorin Pâslaru explica (track):
"La Unión Europea no tiene el mismo coraje en la zona euro que Estados Unidos para atacar la inflación, porque tiene más miedo a la recesión. Los estadounidenses, como siempre, son más dinámicos. En cuanto tienen un problema, actúan, como sucedió en la crisis anterior: idearon la llamada flexibilización cuantitativa, en la que arrojaron miles de millones al mercado para recuperar la confianza. Ahora, por la inflación, asumen ese riesgo de recesión. Se cree que sin el aumento del desempleo —incluso he visto opiniones sobre la duplicación del desempleo—, no será posible detener la inflación. Y, automáticamente, los inversores van a Estados Unidos. De hecho, también podríamos estar presenciando un dólar cada vez más fuerte por motivos geopolíticos".
La caída del euro amenaza con causar aún mayores daños a una economía que ya sufre enormemente por el aumento de la inflación. Y la mala noticia es que un euro débil y los precios más altos que trae consigo se suman a los desafíos a los que se enfrenta actualmente el Banco Central Europeo, que ha sido criticado por comenzar a subir las tasas de interés en política monetaria mucho más tarde que otras instituciones similares. Pero peor para el BCE, que tiene la tarea de mantener la inflación bajo control, es que el euro no solo se haya depreciado frente al dólar, dicen los analistas, sino también frente a otras monedas como el franco suizo y el yen japonés. En el nivel más bajo de su historia —de 1,0350 por dólar— la libra esterlina también cayó en septiembre, como consecuencia de las medidas de reducción de impuestos anunciadas por la nueva primera ministra británica Lizz Truss, en medio de la crisis energética. Las medidas, valoradas por los economistas entre 100 000 y 200 000 millones de libras esterlinas, pero cuyo financiamiento e impacto no estaban claros y no se midieron en cifras gubernamentales, conmocionaron a los mercados y provocaron una advertencia extraordinaria del Fondo Monetario Internacional, que pidió a Londres una rectificación. "Tuvimos que tomar decisiones urgentes para ayudar a que la economía creciera y tomar medidas con respecto a la inflación. Por supuesto, eso significa que hay que tomar decisiones controvertidas y difíciles, pero como primera ministra estoy preparada para hacerlo", declaró Lizz Truss. La libra esterlina ha caído a un mínimo histórico, el Banco Nacional ha tenido que intervenir para salvar los fondos de pensiones, el valor de las empresas británicas ha caído en 500 000 millones de libras esterlinas en tres semanas y las tasas de endeudamiento del gobierno del Reino Unido han subido a su nivel más alto desde la crisis del 2009, amenazando la estabilidad financiera del país. El jefe de gobierno de Londres dijo a la BBC que aún apoya sus medidas y que el aumento del endeudamiento público fue la decisión correcta porque ayudará a las personas con sus facturas de energía. Al mismo tiempo, señalan las agencias de prensa, no descartó reducir el gasto en servicios públicos ni se comprometió a aumentar las prestaciones para que estén en línea con la inflación. Más tarde, la primera ministra reconoció que debería haber preparado mejor el terreno antes de anunciar los recortes de impuestos masivos que provocaron el pánico en los mercados financieros, y el ejecutivo se retractó de algunas de las medidas.
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