La discoteca Colectiv, el lugar de la mayor tragedia que ha sucedido en Bucarest en los últimos decenios, se ha transformado en un altar.
Rumanía está en estado de shock tras la tragedia de la noche del viernes pasado en la discoteca Colectiv, ubicada en el centro de Bucarest. Centenares de jóvenes que habían decidido asistir a un concierto presentado por la banda de rock rumana "Goodbye to Gravity" fueron víctimas de una explosión originada por los fuegos artificiales que integraba el propio espectáculo. Uno de estos fuegos se disparó al techo e hizo arder uno de los pilares del club.
Para muchos rumanos, las palabras sobran. Por eso, más de 10.000 personas han participado este domingo en una marcha de silencio en homenaje a las decenas de muertos y en señal de solidaridad con los sobrevivientes que se encuentran en estado grave o crítico.
La marcha partió de la Plaza de la Universidad, lugar emblemático de la capital, y concluyó en la discoteca Colectiv. Rumanos de todas las edades, la mayoría vestida de negro, han protestado en un silencio más estremecedor que un grito de dolor y rebeldía. Los que han encabezado la marcha también han llevado la bandera rumana en la que estaba colocado el lazo negro de luto. En la bandera estaba escrito: "Los héroes no morirán":
En el lugar de la tragedia, transformado en un inmenso altar al aire libre ya estaban presentes miles de personas que han depositado muchas flores y velas. Han encendido velas también el presidente Klaus Iohannis, la heredera de la corona rumana, la princesa Margarita, el embajador de EE. UU., Hans Klemm, el de Francia, Francois Saint-Paul así como varias personalidades de la vida cultural rumana. También en otras ciudades del país se han depositado flores y velas.
En Bucarest, la solidaridad espontánea de la gente, inmediatamente después del infierno de la discoteca, ha sido impresionante. La movilización de los médicos ha sido ejemplar. Los médicos rumanos han recibido ayuda por parte de los estudiantes en la Facultad de Medicina así como por varios médicos de Israel y Francia. El número de donantes de sangre se ha triplicado. Entre ellos ha figurado también la embajadora de Israel, la señora Tamar Samash. Equipos de voluntarios han ofrecido comida y agua mientras que varias cadenas de tiendas han donado diversos productos. Una serie de compañías han puesto a disposición billetes de avión y autobús para los familiares de primer y segundo grado de las víctimas o transporte gratuito a los que desean donar sangre.
El colegio de psicológos ofrece asistencia gratuita a las familias de las víctimas y una asociación de abogados ya ha anunciado su disponibilidad de ayudar gratuitamente a la realización de cualquier gestión jurídica solicitada por los familiares. Numerosos dignatarios extranjeros y jefes de misiones diplomáticas acreditados en Bucarest han enviado mensajes de condolencias a las familias de las víctimas y al pueblo rumano. El Ministerio de Exteriores ha agradecido sus palabras.
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