Periodismo en Rumanía
A continuación, queridos amigos, os presento una reseña sobre las primeras periodistas de Rumanía, pioneras en la lucha por los derechos de las mujeres.
Victoria Sepciu, 12.04.2020, 06:44
A pesar de que en la actualidad nos parece normal ver a las mujeres periodistas ejerciendo su profesión en la televisión, radio, periódicos, revistas y publicaciones de todo tipo, no siempre ha sido así. En todo el mundo y no sólo en este campo, el periodismo en sus inicios estaba destinado exclusivamente a los hombres y pasaba lo mismo con otras profesiones: médicos, abogados, banqueros, ingenieros etc. Por eso, las mujeres han tenido que luchar contra la sociedad machista que no veía con buenos ojos que el sexo femenino pudiera ejercer dichas carreras. En Rumanía las mujeres iniciaron la lucha por sus derechos por 1815, una lucha constante que fue influenciada a lo largo del tiempo por las realidades históricas, culturales, sociales y políticas de la época.
Para las mujeres de todo el mundo la lucha por el derecho al voto, al trabajo, a la educación y a la independencia, ha representado una de las más feroces guerras. Muchas sufragistas fueron golpeadas con bestialidad, torturadas y encarceladas.
Por eso, las feministas tuvieron que convencer a otras mujeres de que esa lucha no era sólo suya, sino de todas aquellas que vivían bajo el alto patrocinio de los hombres. ¿Qué mejor vía para hacer oír sus voces que a través del periodismo? Así, el periodismo se convirtió en el instrumento que ayudó a las pioneras feministas a convencer al mundo entero de que las mujeres necesitaban derechos, emancipación política e intelectual y reconocimiento social.
Maria Rosetti fue la primera mujer periodista en Rumanía y ejerció esta profesión en un momento histórico en que esta práctica estaba totalmente dedicada a los hombres. María Rosetti fue también uno de los principales peones durante la Revolución de 1848, apoyando con todas sus fuerzas los ideales nacionalistas de su marido C.A. Roseti, quien fundaría la Academia Rumana y de quien María aprendió las nociones básicas del estilo periodístico.
Hasta aquel momento, María Rosetti había vivido bajo el poder del nombre y el escudo de armas de una familia en la que los hombres eran los pilares principales. Su esposo, el propio C.A. Rosetti, fue una de las personas más influyentes de esa época: periodista, revolucionario y fundador del Partido Liberal Nacional, miembro de la gran familia de boyardos (título de los nobles terratenientes) Rosetti.
Las cosas dieron un giro diferente, pero fue apenas en 1848, cuando la mujer glamorosa, que había llamado la atención de muchos hombres de la clase alta de Bucarest, dio un paso adelante para decir en voz alta lo que estaba pensando. A partir de aquel momento, María Rosetti tuvo que enfrentar muchas dificultades para integrarse en la sociedad formada por los boyardos, que no estaba preparada para tales cambios.
Con el inicio de la Revolución Rumana en 1848, Maria Rosetti se unió a su marido, luchando codo con codo para ganar los derechos de los rumanos, eso mientras se unía al movimiento feminista, siendo una ardiente defensora de los derechos y las libertades de las mujeres.
Maria Rosetti fue la primera mujer periodista de Rumanía y destacó asimismo por su valentía de luchar junto a su marido por los derechos de los rumanos. Participó en todas las reuniones familiares que prepararon la Revolución de 1848 y salvó a muchos revolucionarios de la cárcel.
Sofía Nădejde, símbolo del feminismo rumano. Una de las voces más destacadas del movimiento feminista en Rumanía fue Sofía Nădejde. Nació en una familia campesina en el distrito de Botosani (ubicado al norte de Rumanía, en la región histórica de Moldavia), y fue asimismo la primera mujer en Rumanía en asistir a un ciclo de educación superior y en aprobar el bachillerato en un colegio para niños.
Sofía Nădejde fue también la primera mujer en dirigir una revista literaria y la primera autora de una novela feminista titulada «Pasiones», escrita en 1903, en la que presentaba detalladamente los sufrimientos a los que eran sometidas las mujeres de la época. Fue votada como la rumana más cultivada de la época, por muchas personalidades culturales de renombre, en una encuesta realizada por el periódico România Literară en 1895 y fue la única publicista que logró hacer frente al gran académico conservador Titu Maiorescu, humillándolo por una serie de argumentos en el artículo «La respuesta al Sr. Maiorescu sobre el asunto del cerebro de las mujeres». Maiorescu opinaba que las mujeres necesitaban el tutelaje de los hombres porque su cerebro era insuficientemente desarrollado, lo que hacía que sus posibilidades intelectuales fueran muy bajas.
Sofía Nădejde fue la única que tuvo el valor de entrar en una polémica pública con el reconocido académico y crítico literario, logrando aportar numerosas evidencias científicas y argumentos plausibles, que no sólo contradecían la teoría de Maiorescu, sino que también lo humillaron atrayendo aún más partidarios por la causa de las mujeres.
Adela Xenopol, voz de las mujeres de Iasi (ciudad en la región histórica de Moldavia). Fundó la revista «Dochia» (1896-1898), una herramienta a través de la que pudo transmitir la ideología del movimiento feminista. La revista tenía como principal objetivo luchar por la emancipación intelectual, política y legal de las mujeres, pero también promover el estilo de la escritura femenina «destinado a defender, apoyar e investigar los derechos de las mujeres […] para demostrar que la mujer ha sido digna en todas las épocas y en todos los estamentos sociales desde señoras hasta campesinas”.
También dirigió otras revistas como «La rumana» (1905-1906), «El futuro de las rumanas» (1912-1916) y «La revista de la escritora» (1926-1928). Además, Adela Xenopol se dio cuenta de que las cosas no sólo cambiarían a nivel ideológico, y en 1914 presentó una petición al Parlamento en nombre de todas las mujeres de Iasi, exigiendo una revisión de la Constitución para que concediera derecho a votar a las mujeres intelectuales.
El movimiento feminista también hizo posible que se multiplicara el número de mujeres en el campo del periodismo destinado, hasta aquel entonces, exclusivamente a los hombres. Para las mujeres que pertenecieron a la primera oleada de los movimientos feministas, el periodismo fue el instrumento a través del cual lograron obtener derechos y libertades.
Elisabeta de Rumanía, seudónimo literario Carmen Sylva (lat. «la canción del bosque»), nombre completo Elisabeth Pauline Ottilie Luise zu Wied, (1843, Neuwied, Alemania –1916 (S.N. 2 de marzo), Curtea de Argeș, Rumanía) fue la reina de Rumanía durante el reinado de su marido, Carol I de Rumanía.
Fue pionera en la defensa de los derechos de la mujer en el siglo XIX, patrona de las artes, fundadora de instituciones caritativas, poeta, ensaísta, traductora y escritora.
Durante la guerra ruso-turca de 1877-1878, también conocida como la Guerra de la Independencia Rumana, la reina Elisabeta se dedicó al cuidado de los heridos y fundó la Orden de Isabel (cuya condecoración consiste en una cruz de oro en una cinta azul), destinada a honrar a las personas que se distinguían en dicho servicio. Promovió la educación superior para las mujeres rumanas y creó varias sociedades de caridad. En 1882 fue elegida miembro de la Academia Rumana.
La reina Elisabeta escribía con fluidez en alemán, rumano, francés e inglés. Se dedicó especialmente a la poesía, la narrativa de cuentos y las baladas. Realizó asimismo un gran trabajo de recopilación de leyendas rumanas populares a las que dio una forma literaria.
Pese a todo esto, incluso en el periodo de Entreguerras, cuando en la literatura rumana destacaron varias mujeres intelectuales, publicistas y escritoras, su nombre no aparecía en la lista de los autores. Con demasiada frecuencia, las mujeres escribían bajo seudónimos, ocultando en su vida social las ideas que intentaban popularizar en los artículos y las creaciones que publicaban.
La literatura rumana de Entreguerras ha tenido varias autoras extremadamente importantes, no sólo para la literatura de la época, sino también para los intentos de europeizar y emancipar a las mujeres de Rumanía. Todas ellas, lucharon por exponer sus ideas y talento en un mundo dominado por hombres. Luego, ellas cambiaron el mundo literario al conseguir dejar en herencia sus continuos esfuerzos y logros realizados en un mundo de hombres, que sólo después de la caída del comunismo en 1989 se hicieron evidentes y al menos parcialmente reconocidos.
Entre las escritoras de entreguerras que han logrado ser reconocidas y cuyas creaciones siguen siendo una buena prueba de su talento y poder destacan Sidonia Drăguşanu, Martha Bibescu, Otilia Cazimir, Cella Serghi, Elena Văcărescu, Hortensia Papadat Bengescu y Magda Isanos, entre otras.