Después de que el partido comunista tomara el poder el 6 de marzo de 1945, con la ayuda directa de la Unión Soviética, el plan para cambiar radicalmente Rumanía también incluía la cultura. La nueva cultura socialista no era para nada libre, sino todo lo contrario, era violenta y represiva, y censuraba brutalmente el presente y, sobre todo, el pasado. Así, en las bibliotecas públicas rumanas se crearon fondos secretos en los que se reunieron libros, folletos y publicaciones prohibidas, la gran mayoría de los cuales habían aparecido antes de 1945-1948.