Diáspora: una radiografía de la migración rumana
La migración rumana es uno de los fenómenos sociales más importantes de las últimas décadas. Hoy en día, la diáspora rumana cuenta con más de 5 millones de personas, lo que equivale a casi una cuarta parte de la población total del país.
Corina Cristea, 21.11.2025, 14:00
La migración rumana es uno de los fenómenos sociales más contundentes de las últimas décadas, y los datos confirman su magnitud. Casi 5,7 millones de rumanos viven hoy fuera del país, según el Informe sobre Migración Mundial de 2024 de Naciones Unidas, lo que convierte a la diáspora en casi una cuarta parte de la población de Rumanía. Esta movilidad humana ha moldeado no solo la economía, sino también la estructura social, demográfica y cultural del país.
Si en los años setenta y ochenta predominó la migración política, tras la caída del régimen comunista se produjo un amplio éxodo económico. En los noventa emigraron sobre todo trabajadores cualificados, atraídos por salarios más altos en la construcción, la agricultura o los servicios. En las dos últimas décadas, el perfil se ha diversificado: han empezado a marcharse médicos, profesores, ingenieros, especialistas en informática, estudiantes e investigadores. Rumanía se ha convertido así en un país exportador de mano de obra y de competencias.
A lo largo del tiempo, los motivos de quienes han optado por irse son múltiples, desde los salarios más bajos, la falta de oportunidades o la corrupción, hasta la burocracia y el deseo de vivir en un entorno más estable y previsible. La despoblación del país, la caída de la natalidad y la fuga de cerebros, el conocido brain drain, generan ahora preocupación, advierte Cristian David, fundador y presidente del Instituto de Políticas para la Migración. No es, sin embargo, un fenómeno exclusivo para los rumaos:
“El fenómeno del ‘brain drain’ existe y no se limita a Rumanía. Es un factor regional. Es difícil de frenar en cualquier forma. Más allá de la dimensión nacional, el ‘brain drain’ refleja la brecha económica entre Estados. Además, el ámbito de la investigación, el desarrollo y la innovación, es decir, la revolución tecnológica que ha abierto múltiples espacios de desarrollo para quienes tienen estudios superiores -en informática, en tecnologías avanzadas- demuestra claramente que los países fuertes, que han invertido mucho en estos sectores, atraen talento, y no solo de Rumanía. Silicon Valley atrae a gente de todo el mundo. Las élites seguirán marchándose, por desgracia.”
Esta salida masiva ha generado efectos económicos y demográficos significativos. En numerosas regiones -especialmente Moldavia (este), Oltenia (sur) y el sur de Transilvania (centro)- la población activa se ha reducido de forma drástica. En algunos sectores, las empresas ya no encuentran trabajadores y el Estado se ve obligado a atraer mano de obra asiática para compensar los déficits internos. En resumen, Rumanía envejece, y el déficit de personal, incluida la mano de obra altamente cualificada, se está convirtiendo en uno de los problemas más urgentes de la economía.
Para frenar la fuga de cerebros, Rumanía necesita inversiones en investigación, capacidad para aprovechar el potencial creativo, una remuneración adecuada y desarrollo tecnológico, afirma Cristian David, quien subraya que el retorno de los rumanos de la diáspora es una decisión personal, pero depende en gran medida de otros factores esenciales: mercado laboral, sanidad, justicia, educación o infraestructuras.
El Instituto para la Migración propone varias líneas de acción, entre ellas un programa de emprendimiento para rumanos de la diáspora que deseen abrir un negocio en el país. “Lo que intentamos promover, y estamos trabajando en un proyecto junto a socios muy comprometidos, es la plataforma ROUNIT”, explica Cristian David
“El Estado rumano debe ofrecer apoyo garantizando un acceso sencillo a la financiación para la creación de pequeñas empresas. Creo que quienes se han realizado profesionalmente en Italia y han aprendido mucho pueden convertirse en emprendedores de éxito en Rumanía. No deberían volver como empleados, sino como empleadores. Queremos formar una categoría de emprendedores procedentes de la diáspora que regresen, aprovechen su experiencia y la compartan”.
Ya hay rumanos que han vuelto tras años de trabajo en el extranjero, creando negocios, aportando ideas nuevas y otra mentalidad. Otra línea para aumentar el número de retornados, según el Instituto de Políticas para la Migración, sería implicar a las autoridades locales en programas dirigidos a repoblar el medio rural mediante incentivos como la concesión de terrenos para construir viviendas.
Es esencial frenar el creciente desequilibrio entre las generaciones jóvenes y las mayores, un desafío aún sin respuesta clara y cada vez más acentuado, ya que la diáspora hace tiempo que dejó de ser un grupo aislado de emigrantes. Existen comunidades consolidadas en Italia, Alemania, Reino Unido, España, Francia, Estados Unidos y Canadá. A su alrededor han surgido asociaciones cívicas, escuelas rumanas, iglesias, publicaciones y organizaciones culturales.
Aun así, desde la perspectiva de Rumanía, la despoblación sigue siendo un desafío doloroso que no puede compensarse con las cuantiosas remesas enviadas al país por los rumanos del extranjero.
Versión en español: Valeriu Radulian