A partir de finales del siglo XVII, el espacio rumano se convierte en un centro de promoción de la religión y la cultura cristianas para los cristianos del Levante. En Valaquia se imprimen libros para árabes cristianos y georgianos, y en la corte del príncipe Constantin Brâncoveanu desarrollan su actividad intelectuales como Antim Ivireanul.