Los test epigenéticos: la clave del futuro
Instrumentos para prevenir y personalizar la atención médica, los test epigenéticos no revelan la edad del documento de identidad, sino la biológica y cómo puede ralentizarse el envejecimiento. En otras palabras, constituyen un elemento central de la medicina de la longevidad
Corina Cristea, 19.09.2025, 14:27
Proceso natural e inevitable para todos los organismos vivos, el envejecimiento llega acompañado de una pérdida progresiva de la función fisiológica y de una mayor vulnerabilidad frente a las enfermedades asociadas a la edad. Sin embargo, para muchas personas, la edad que figura en el documento de identidad no coincide con la edad biológica: algunos aparentan y se sienten mucho más jóvenes pese a estar en la senectud, mientras que otros se perciben mayores ya a los 30 o 40 años. ¿Por qué ocurre esto? La respuesta procede de la epigenética, el terreno donde la genética se cruza con el estilo de vida.
Gracias a la epigenética –la disciplina que estudia cómo nuestros genes se «encienden» o «apagan» bajo la influencia de factores externos–, la esperanza de vida ha dejado de ser una simple lotería. El entorno en el que vivimos, la alimentación, el sueño, los niveles de estrés, la contaminación e incluso las relaciones sociales pueden determinar si ciertos genes se activan o permanecen inactivos. Así, una persona de 45 años con hábitos saludables puede tener una edad biológica de 38, mientras que alguien de 30, con estrés crónico, mala alimentación y falta de descanso, puede «envejecer» hasta los 40 en términos biológicos.
En esta ecuación, los test epigenéticos funcionan como una brújula para la salud y la longevidad, algo especialmente relevante si se tiene en cuenta que los factores epigenéticos pueden condicionar la esperanza de vida más que los propios genes. «La medicina de la longevidad es toda una ciencia, con múltiples áreas, y cada una de ellas se ocupa de aquello que nos permite, como especialistas, anticipar cómo prevenir, qué hacer en el plano individual y qué soluciones proponer a corto, medio y largo plazo a quienes desean envejecer de manera saludable, independiente y, sobre todo, activa», explica la doctora Luiza Spiru, profesora de la Cátedra de Geriatría y Gerontología de la Universidad Carol Davila de Bucarest.
«Es fundamental cómo vivimos la última etapa de nuestra vida. La etapa más larga suele comenzar a partir de los 45 o 50 años, cuando se multiplican los problemas familiares: como hijos, cuando nuestros padres empiezan a tener dificultades; como padres, cuando nuestros hijos crecen; cuando debemos asumir las responsabilidades que hasta entonces correspondían a la generación anterior. Hay una gran diferencia entre envejecer, vivir mucho y vivir de forma activa e independiente. Y esa diferencia la marca la educación individual: si no aprendemos a tiempo a prevenir el riesgo de enfermedades crónicas y a reconocer nuestros factores de riesgo personales, difícilmente podremos alcanzar este objetivo», añade la especialista.
Si el genoma fuera una partitura musical, la epigenética sería el director de orquesta: los genes no cambian, pero sí la manera en que se activan. La epigenética demuestra que no somos prisioneros de nuestro código genético; cada uno de nosotros influye en cómo trabajan sus propios genes, a favor o en contra. Este hallazgo transforma radicalmente la manera de entender la salud, y los test epigenéticos se han convertido en una de las herramientas más innovadoras de los últimos años.
A diferencia de los análisis de ADN convencionales, que estudian la estructura fija del genoma, las pruebas epigenéticas miden las modificaciones químicas en el ADN para ofrecer pistas sobre el estado biológico de una persona. De nuevo, la doctora Luiza Spiru, presidenta de la Fundación Ana Aslan Internacional, especialista en medicina de la longevidad y pionera en el estudio del envejecimiento cerebral, subraya:
«Hoy tenemos acceso a este tipo de información, tanto epigenética como genética, además de múltiples análisis en saliva o en orina que permiten evaluar nuestro equilibrio cortical y mental. Son consecuencias directas de la interacción entre nuestro organismo y los estresores del entorno. A estas pruebas las llamamos biomarcadores. Por ejemplo, puedo saber si tengo déficit de minerales, aminoácidos o vitaminas; incluso es posible analizar la pulpa del cabello. Son estudios moleculares que me ayudan a comprender en qué puntos intervenir para beneficiar a la persona».
Estos test resultan esenciales: pueden señalar riesgos de enfermedades cardiovasculares, metabólicas o neurodegenerativas y orientar cambios en el estilo de vida con un impacto real en la salud. La epigenética confirma que la herencia genética importa, pero solo explica entre un 20 y un 30% de la duración de la vida; el resto depende, en gran medida, de nuestras decisiones cotidianas: cómo comemos, nos movemos, dormimos o gestionamos el estrés.
En definitiva, los test epigenéticos abren el camino hacia la medicina del futuro: personalizada, preventiva y predictiva, centrada en la manera en que el estilo de vida imprime huella en nuestro genoma.
Versión en español: Valeriu Radulian