Premios para los rumanos de la diáspora
El Instituto Cultural Rumano ha premiado el pasado lunes en Bucarest a los líderes de las comunidades históricas rumanas de los países vecinos.
Bogdan Matei, 09.12.2015, 12:27
Según los datos estadísticos, alrededor de tres millones de ciudadanos rumanos viven en el extranjero, en su gran mayoría en Occidente, desde Italia y España, hasta EE. UU. y Canadá. Muchos salieron en los últimos dos decenios después de que, tras la caída de la dictadura comunista, Rumanía hubiera abierto sus fronteras, hasta entonces cerradas, y los socios occidentales les permitieron el acceso al mercado de trabajo.
A diferencia de los italianos o los irlandeses, los rumanos no tienen una tradición histórica de la emigración y su diáspora, recien creada, ha mantenido relaciones estrechas con el país de origen, a través de familias, amigos o propiedades. Además de esto existen, sin embargo, las comunidades históricas rumanas esparcidas alrededor de las fronteras actuales. A ellas le fue dedicada el pasado lunes por la noche la Gala de los Premios de Excelencia, organizada en Bucarest por el Instituto Cultural Rumano.
Con este motivo fueron galardonados intelectuales de élite, artistas y jóvenes periodistas implicados activamente en la promoción de los valores rumanos en la República de Moldavia y Ucrania — territorios anexionados en 1940 por la antigua Unión Soviética, por ultimátum — así como en Serbia, Bulgaria, Hungría, Albania y Macedonia. Muchos participantes en la Gala han pedido a las autoridades rumanas apoyo para sus comunidades, afectadas por un proceso duro de desnacionalización. La más lejana de las comunidades representadas, desde el punto de vista geográfico — los macedonios o arrumanos — que hablan un dialecto del rumano en la Península Balcánica, han reiterado la importancia del apoyo que reciben de Bucarest. Ilia Gjoka, el representante de la Liga de los Arrumanos de Albania ha señalado lo siguiente:
“Veo sobre todo el mensaje que pretende enviar este premio, un mensaje de apoyo continuo de parte de nuestra madre patria y por eso les agradezco esto de todo corazón.”
Los líderes de las comunidades de Serbia y Bulgaria, que ascienden a miles de personas, han denunciado una vez más el peligro de la asimilación, a falta de un sistema de educación y de un servicio religioso en el idioma materno. Hace 40 años, los pueblos eran rumanos en un 100%, según afirma Victor Nişu, el decano de una asociación cultural del país vecino, Bulgaria, quien lamenta la falta de escuelas. A su vez, el sacerdote Boian Alexandrovici, militante consecuente por la conservación de la identidad cultural, lingüística y religiosa de los rumanos del Valle del Timoc, en la parte oriental de Serbia, quiere que los rumanos sean reconocidos como una minoría:
“Nosotros hacemos lo que podemos, y ustedes, nuestros hermanos de nuestra madre patria, Rumanía, deben apoyarnos, porque si ahora, ante el peligro de la asimilación, no nos respaldan, saldremos vencidos.”
En su mensaje a los participantes de la Gala, el presidente del Instituto Cultural Rumano, Radu Boroianu, afirma que “sois más que un grupo de personas, más que una comunidad distinta. Sois una parte de Rumanía, una parte del pueblo rumano.”