La cultura de la seguridad, un escudo necesario
La seguridad es un tema cada vez más presente en nuestra vida cotidiana. No solo en el ámbito militar, sino en un espectro mucho más amplio, pues la realidad de los últimos años nos demuestra que las guerras modernas ya no se libran solo con tanques y aviones.
Corina Cristea, 03.10.2025, 13:32
La seguridad se ha convertido en un tema cada vez más presente en la vida cotidiana, y no solo en su dimensión militar. Hoy abarca un espectro mucho más amplio, porque la realidad de los últimos años demuestra que las guerras modernas ya no se libran únicamente con tanques y aviones. El conflicto en Ucrania, en la frontera con Rumanía, es un buen ejemplo: sus efectos van mucho más allá del frente de batalla. Se trata de una guerra híbrida que combina métodos convencionales con tácticas dirigidas a influir en percepciones, erosionar la confianza y alterar la forma de entender el mundo.
“Lo que estamos viviendo es incluso más que una guerra híbrida”, explica el profesor universitario Iulian Chifu, analista de política exterior y seguridad, al radiografiar la situación actual:
“Lo que vemos hoy es la multiplicación de las amenazas, su diversificación y su combinación, junto con la aparición de focos de inestabilidad y confrontación, es decir, de guerra. Esta suma de elementos y la seguridad entendida en sentido amplio, con sus múltiples instrumentos, suponen un cambio fundamental. Si hace apenas un siglo hablábamos del choque de ejércitos, luego de la confrontación entre Estados, con sus instituciones y recursos, más tarde de la guerra híbrida y de los ataques contra sociedades, hoy hemos llegado a una guerra de espectro completo (full-spectrum warfare), que utiliza medios militares y civiles, incluso aparentemente inofensivos, pero bien orquestados, capaces de generar efectos negativos, alcanzar objetivos de relevancia militar o de seguridad y alterar la estabilidad. Debemos prepararnos para este nuevo escenario. Habrá que gestionar muchos más instrumentos y muchas más amenazas, y ya no pueden hacerlo únicamente los Estados y sus instituciones. Es necesario implicar también a las sociedades, a las ONG, a las empresas privadas y a los propios ciudadanos. Hoy se requiere la suma de todos estos esfuerzos para defender una sociedad en un contexto de alta tecnología, redes sociales y guerra informativa y cognitiva.”
La pertenencia de Rumanía a la OTAN y a la Unión Europea le proporciona garantías sólidas, pero la percepción pública está a menudo marcada por un sentimiento de inseguridad. En parte porque uno de los campos de batalla más importantes es el cognitivo, donde mensajes cuidadosamente elaborados amplifican temores, alimentan la desconfianza en las instituciones y explotan las fracturas sociales. La percepción de inseguridad se convierte así en un instrumento estratégico.
Existen distintas formas de inseguridad además de la militar, evidente en un conflicto armado. Está la inseguridad económica, cuando los precios suben por la presión de una guerra en la frontera; la inseguridad social, cuando disminuye la confianza entre las personas; y la inseguridad informativa, cuando resulta difícil distinguir la verdad de la manipulación. Todo ello genera una sensación de vulnerabilidad que puede marcar a una sociedad, provocar tensiones sociales e incluso bloquear la economía. En definitiva, un arma sutil pero muy eficaz.
Ante estos desafíos, la estrategia de defensa ya no se limita a tropas y armamento, sino que exige una respuesta coordinada de toda la sociedad. Eso es lo que se entiende por cultura de la seguridad: el grado de concienciación de cada ciudadano sobre los problemas de seguridad, su implicación activa en afrontarlos y su apoyo a las medidas necesarias para proteger al Estado y a la comunidad. Un compromiso consciente y activo, tanto individual como colectivo. Y todo ello se construye, sobre todo, mediante la educación.
¿Qué significa en la práctica? Noruega ofrece un ejemplo: gracias a fuertes inversiones en preparación civil y militar y a una estrecha colaboración entre la sociedad y las autoridades, ha sabido adaptarse a las amenazas regionales – incluidas las procedentes de Rusia-, manteniendo un equilibrio estable y reforzando su seguridad nacional.
De nuevo, Iulian Chifu lo resume así:
“La educación es fundamental. En la escuela se han introducido algunos contenidos en la hora de tutoría sobre guerra informativa, desinformación, noticias falsas y bulos. Claro que no es suficiente, porque el agresor inventa constantemente nuevos instrumentos. En el caso de la Federación Rusa, no existen límites morales ni democráticos. Nosotros debemos prepararnos con las herramientas de los Estados democráticos para contrarrestar este fenómeno. Y se consigue con dificultad, con tiempo, mediante la educación, a través de la comunicación estratégica y con la construcción de confianza entre responsables, líderes políticos, dirigentes institucionales y la población.”
No es fácil, y menos aún en tiempos de crisis, advierte Chifu. Pero es imprescindible reflexionar con seriedad sobre qué hacemos con nuestra seguridad. Una tarea que nos incumbe a todos.
Versión en español: Valeriu Radulian