Madres y menores embarazadas, de comunidades rurales desfavorecidas
El 10 % de los nacimientos registrados en Rumanía son nacimientos de hijos de madres adolescentes.
Roxana Vasile, 12.07.2023, 10:02
El 10 % de los nacimientos en Rumanía provienen de madres
adolescentes, al igual que el 45 % de los nacimientos en la Unión Europea entre niñas menores de 15 años
provienen de Rumanía, que ocupa el primer lugar en esta categoría. Así lo dice
la organización Save the Children, que en un informe muestra cuál es, de
igual manera, la conexión entre el nivel educativo y la edad de las
adolescentes de comunidades rurales desfavorecidas que se convierten en madres.
El 85 % de las madres y mujeres embarazadas menores de 18
años ya no asisten a la escuela, la mayoría abandona antes del embarazo. Una de
cada 10 admite que no ha ido a la escuelanunca,
y tres cuartas partes abandonaron la escuela antes del octavo grado.
Es preocupante, también, que 4 de cada 10 mujeres embarazadas o madres
menores de edad no busquen otros servicios médicos durante el embarazo, aparte
de los que ofrece el médico de familia. Un tercio de las futuras madres jóvenes
dice que no se hizo ningún análisis médico, siendo la razón principal la falta
de dinero: la mitad de sus familias tienen un ingreso mensual de menos de mil
leus, el equivalente a solo unos 200 euros. A su vez, el 80 % no usaba ningún
método anticonceptivo, por no tener información al respecto.
Las estadísticas presentadas por Save the Children también
muestran que las tres cuartas partes de las madres o embarazadas menores de
edad tienen familiares o conocidas que dieron a luz cuando tenían menos de 18
años. Y un tercio de ellas mismas son hijas de madres menores de edad.
En Sălaj (noroeste), por ejemplo, decenas de niñas reciben apoyo a través
de un programa iniciado por un grupo de trabajo especial establecido en la provincia.
A través de este programa, las madres menores de edad se benefician de
servicios médicos, sociales y educativos para poder integrarse en la sociedad.
Violeta Milaş, directora de la Dirección de Asistencia Social y Protección
Infantil de Sălaj, nos habla de estas madres: La mayoría
proviene de zonas rurales, donde estas mujeres jóvenes o niñas, estas madres
menores de edad no tienen documentos de identidad, partidas de nacimiento, sus
familias se han ido… Cuando llegan al hospital y dan a luz, no hay partida de
nacimiento ni documento de identidad. El registro de niños es un problema.
Según la educación y cultura de estas familias, es normal dar a luz a esta
edad. Tuvimos que enseñarles cosas básicas sobre higiene para que luego fueran
capaces de criar a sus propios hijos. En las comunidades donde hay asistentes
sociales capacitados y auxiliares médicos comunitarios, ahí se ven resultados,
en el sentido de que se les hace un seguimiento, se les enseñan ciertas cosas y
la situación de estas madres es más sencillaʺ.
En Bucarest, en el Ministerio de Sanidad, hace un año, después de una
ausencia muy larga, se ha restablecido una estructura para ocuparse de la salud
maternoinfantil. También se está trabajando para establecer alrededor de 200
centros comunitarios integrados a nivel nacional, ubicados en zonas habitadas
por población vulnerable, que ofrecerán servicios tanto médicos como sociales.
Sin embargo, el ministro Alexandru Rafila afirma: para que las mujeres
embarazadas y las madres menores de edad tengan acceso a los servicios médicos
y sociales, debe existir como base una asociación entre las autoridades
centrales y las locales.
El ministro Rafila también cree que la educación es esencial y que el
número de madres menores de edad en Rumania solo podría disminuir si fueran a
la escuela y la educación para la salud se convirtiera en una disciplina
permanente, que formara parte del plan de estudios: Creo que el
problema principal está relacionado con el acceso a la educación y, en segundo
lugar, -pero no necesariamente el segundo en importancia, se derivan uno del
otro- el acceso a la educación para la salud. El acceso a la educación para la
salud es muy importante, es multidisciplinar, no se trata exclusivamente de
educación sexual, y deberíamos evitar limitarnos exclusivamente a este ámbito,
la educación sexual. Tenemos un nuevo ministro de Educación y estoy convencido
de que podremos encontrar una solución para que la educación para la salud se
convierta en una disciplina permanente, adaptada a cualquier edad, que forme
parte del currículo. Pero no podemos tener una educación para la salud si estos
niños no van a la escuela. Está claro que el problema está relacionado con un
trasfondo cultural, muchas veces pertenecen a minorías, a grupos vulnerables
que tradicionalmente se casan a edades extremadamente jóvenes y, como
resultado, tienen hijosʺ.
En julio de 2022, se promulgó en Rumanía la ley con respecto a la
introducción, a partir del octavo grado de la escuela secundaria, de algunas
clases de educación para la salud, en las que los estudiantes pueden participar
con la aprobación de sus padres. Y para la consejera presidencial Diana Păun,
esta educación para la salud es una prioridad, porque es el filtro a través del
cual se ofrece a las generaciones presentes y futuras la posibilidad de elegir
de manera informada y responsable. La consejera Diana Păun también promete
otros cambios: Dentro de la educación para la salud,
la educación sexual es un componente importante que tiene el potencial de
cambiar estas estadísticas grises, por no decir negras. En las áreas rurales y
en las comunidades aisladas, existe la mayor necesidad de una red de servicios
de medicina escolar funcional, de educación sexual y planificación familiar, y
el Plan Nacional de Recuperación y Resiliencia (PNRR) ha priorizado esto. La inversión
en equipamiento y rehabilitación de clínicas de planificación familiar en
regiones vulnerables, con gran número de embarazos adolescentes y gran número
de enfermedades de transmisión sexual, se cuenta como un pilar importante en el
PNRR en materia de sanidad y contribuirá a mejoras considerablesʺ.
Las necesidades son, en consecuencia, muchas y están en muchos ámbitos. Una
reforma que lleve a cambios profundos también debería apuntar, por ejemplo, a
los recursos humanos en sanidad: el número necesario de profesionales con las
especializaciones adecuadas y su distribución geográfica óptima. Al mismo
tiempo, se debe recopilar información y desarrollar una situación más integral
en el campo de la salud maternoinfantil en comunidades socialmente aisladas y
no integradas. También es fundamental la comunicación y la cooperación entre
los servicios públicos de asistencia social, los servicios médicos y las
instituciones educativas. Todos estos pasos, ¡e incluso más!, son esenciales,
dado que se sabe, por un lado, que el embarazo a edades tempranas implica
mayores riesgos, y, por otro lado, la maternidad prematura expone a las madres
jóvenes al riesgo de abandonar la escuela y de ingresar en el círculo vicioso
de la pobreza, con efectos de generación en generación.