Mitos y realidades sobre el cambio climático
Aunque últimamente se debate cada vez más, las discusiones sobre la crisis climática siguen siendo terreno abonado para los mitos y el lavado de imagen verde. Los expertos creen que, desde las huellas de carbono personales hasta las soluciones tecnológicas milagrosas, las grandes empresas contaminantes desinforman al público para evitar hacer los cambios realmente necesarios.

Iulia Hau, 07.05.2025, 17:46
Estudios recientes muestran cómo los combustibles fósiles son responsables del 90% de las emisiones de dióxido de carbono provocadas por el hombre, lo que aumenta las temperaturas anuales, acidifica los océanos y acelera el riesgo de extinción de especies. Se estima que una de cada tres especies se extinguirá en los próximos 50 años a menos que la industria de los combustibles fósiles se transforme de raíz.
Daria Hau, licenciada en Derecho Mercantil Internacional en el contexto del cambio climático en Ámsterdam y ex asesora en el Ministerio de Medio Ambiente, afirma que el debate sobre el cambio climático está envuelto en mitos.
«Hay al menos dos mitos procedentes de las grandes empresas contaminantes que aún no han sido desmentidos como debieran: el mito del reciclado de plásticos y el mito tecnológico. Muchos de nosotros hemos crecido con la idea de que si reciclamos a conciencia, protegemos el planeta. Y el reciclaje es importante para muchos materiales, pero para los plásticos en particular, es una historia incompleta, incluso engañosa, porque en realidad, la mayor parte del plástico que se produce en el mundo, más del 90%, nunca acaba reciclándose. La mayoría de los plásticos ni siquiera están hechos para ser reciclados y nunca lo estarán. Y este mito funciona como una cortina de humo. Nos hacemos sentir culpables por los envases, por lo que compramos para nuestros hogares, mientras la producción de plásticos de un solo uso no deja de aumentar. El segundo mito es el tecnológico: la idea de que no necesitamos reducir las emisiones urgentemente porque pronto tendremos esas soluciones milagrosas como la captura de carbono en la atmósfera. El problema es que estas tecnologías son extremadamente caras y, por eso, están muy subvencionadas. Así que, además de ser muy caras, son ineficaces y marginales a escala mundial. Están siendo promovidas principalmente por las grandes compañías petroleras, que intentan crear la ilusión de que podemos continuar con la extracción de petróleo y gas, porque después limpiaremos las emisiones de alguna manera con estas tecnologías. Aquí estoy incluso parafraseando a un CEO de una compañía petrolera, que dijo en directo que este tipo de tecnología da a la industria una licencia para operar durante otros 70-80 años. Así que, incluso en sus propias palabras, ese es el objetivo: permitir que la industria siga contaminando, con la promesa de tecnologías muy avanzadas que lo limpiarán todo.»
Daria Hau subraya que estas soluciones, el reciclaje y los avances tecnológicos, no son inútiles ni hay que dejar de invertir en ellos. El problema es que se presentan se manera exagerada como si fueran una panacea, una solución universal a la crisis climática. En realidad, sirven para desviar la atención de lo que realmente importa: responsabilizar a los grandes contaminadores y adoptar políticas climáticas audaces y sistémicas. La autora sostiene que otro método de greenwashing (lavado verde) utilizado por las empresas contaminantes es hacer demasiado hincapié en la responsabilidad individual:
«Eslóganes como «El cambio empieza por ti» o «¿Qué estás haciendo para proteger el medio ambiente?», que es una buena pregunta en esencia, que deberíamos hacernos, pero cuando la hacen los grandes contaminadores para distraernos de preguntarles qué están haciendo exactamente en realidad, entonces se convierte en una cuestión de lavado verde. El ejemplo más destacado para mí es el de la compañía petrolera que en la década de 2000 lanzó el concepto de huella de carbono personal, junto con una calculadora en línea que te decía aproximadamente cuánto dióxido de carbono emites como individuo, de hecho, para vivir, para trabajar, para vivir tu vida. Los resultados de esa campaña de relaciones públicas, porque eso es lo que era, una campaña de relaciones públicas sin ningún tipo de base científica, los seguimos viendo hoy en día. Tenemos empresas nacionales que han copiado la campaña y, a su vez, han impulsado la idea de que somos responsables en nuestro comportamiento cotidiano. Por desgracia, no podemos detener la crisis climática sólo con la recogida selectiva o el uso de la bicicleta. El verdadero cambio tiene que venir, en primer lugar, de políticas públicas que nos animen a modificar nuestro comportamiento y, en segundo lugar, de la reducción de las emisiones en origen, es decir, allí donde las genera masivamente la industria.»
Daria Hau cree que los ciudadanos de a pie no tenemos capacidad para luchar contra la crisis climática, pero sí para informarnos, votar y saber qué exigir a los dirigentes que dictan el rumbo que tomamos. A la pregunta de cuál es la verdadera solución al problema climático, más allá de los mitos y las cortinas de humo, la experta responde:
«Creo que lo primero que tenemos que hacer es ser muy claros sobre la causa. Los combustibles fósiles están en el centro de esta crisis que realmente amenaza la estabilidad de la vida en la Tierra en toda su complejidad. Cada etapa de la cadena fósil genera gases de efecto invernadero que están calentando el planeta, causando millones de muertes prematuras, billones de dólares de daños y una desestabilización cada vez mayor de los ecosistemas. Por tanto, si realmente queremos reducir los efectos del calentamiento global, tenemos que centrarnos en dejar de depender de estas fuentes. Obviamente, necesitamos una transición justa para los trabajadores y las comunidades que dependen de la energía de los combustibles fósiles. Así que tenemos que prestar mucha atención a aquellos a los que los combustibles fósiles afectan peor: los niños, las mujeres, especialmente en el sur global. Y todas estas cosas tienen que suceder en 2050 a más tardar si queremos tener una oportunidad de no superar el umbral crítico de 1,5 ºC que, por lo que parece y por lo que muestran los estudios, actualmente estamos superando con creces».
El Informe sobre el Clima y el Desarrollo de Rumanía para 2023 realizado por el Banco Mundial mostraba que Rumanía tiene potencial para triplicar su renta nacional en los próximos 30 años si sigue tomando medidas para aumentar la resiliencia climática y reducir las emisiones de carbono. El mismo documento especificaba que Rumanía se enfrenta a una gran vulnerabilidad a los riesgos del cambio climático, en particular a las inundaciones y las sequías. El nivel de dióxido de carbono generado por la economía rumana es 2,5 veces superior a la media de la UE, y el aumento de las temperaturas y la intensificación de las olas de calor representan peligros reales para la población, la economía y las infraestructuras.