El príncipe Ghyka regresa a casa
Los restos mortales del príncipe Grigore Alexandru Ghyka, una figura histórica destacada del siglo XIX, han sido repatriados a Rumanía
Bogdan Matei, 11.11.2025, 10:35
Grigore Alexandru Ghyka, el último gobernante del principado rumano de Moldavia (este), una figura casi desconocida para el público en general, está recibiendo estos días un reconocimiento tardío. Su repatriación no solo representa un acto de restauración simbólica, sino también un gesto de gratitud nacional hacia un líder que sentó las bases del Estado rumano moderno, subrayan las autoridades de Bucarest.
Tras ser exhumado el 7 de noviembre en una localidad cercana a París, Francia, donde el príncipe vivió los últimos años de su vida en el exilio, el féretro con sus restos mortales fue trasladado con honores militares a Bucarest, donde fue depositado en la Presidencia. Allí se celebró una ceremonia en la que participó el presidente Nicuşor Dan, quien depositó una corona de flores y encendió velas.
La historia de Moldavia forma parte de la historia de Rumanía. Ya en la Edad Media, Moldavia también se conocía como la Pequeña Valaquia, lo que demuestra la identidad común en cuanto a lengua, cultura y pueblo, recordó el actual jefe de Estado rumano, concluyendo: «¡Bienvenido a casa, Majestad!».
A continuación, se celebraron actos especiales con motivo de la repatriación del féretro en Focșani (sureste), durante siglos ciudad fronteriza entre los dos principados rumanos, Moldavia y Muntenia.
Los restos mortales de Grigore Alexandru Ghyka serán enterrados el miércoles en Iaşi (noreste), antigua capital de Moldavia, cerca de la iglesia ortodoxa en la que fue ungido príncipe.
Nacido en 1804, en el seno de una respetada familia de boyardos, y en el trono, con una breve interrupción, entre 1849 y 1856, Grigore Alexandru Ghyka es descrito por los historiadores como una de las figuras políticas más visionarias del siglo XIX. Fue un militante unionista, allanó el camino para la unión de los Principados Rumanos en 1859 y promovió valores esenciales para la sociedad moderna: libertad, justicia social y dignidad.
Apoyó reformas valientes, desde la liberación de los romaníes —mucho antes de la abolición de la esclavitud en Estados Unidos— y la abolición de la censura hasta el desarrollo de los servicios públicos y la introducción de un modelo de gobierno inspirado en las grandes democracias europeas. Abrió la primera maternidad de Moldavia con su propio dinero. Apoyó la creación de la escuela de ingenieros de carreteras y construcciones. Fundó la Gendarmería, siguiendo el modelo francés de la época. Redujo los impuestos y las tasas y apoyó el libre comercio.
Promotor de los valores occidentales en una época turbulenta, en la que el Imperio otomano y la Rusia zarista, ambos liberticidas, se disputaban el control de los Principados Rumanos, el príncipe envió a uno de sus hijos a estudiar a Alemania.
En las últimas semanas de su reinado, el príncipe Ghyka había apoyado con firmeza la unión de los principados. Obligado por las grandes potencias de la época a abdicar y exiliarse, viajó en barco por el Danubio hasta Pest y luego en tren hasta Berlín, para no pasar por Viena, debido a su aversión por el Imperio austriaco y su postura antiunionista. El 3 de agosto de 1856 llegó a París, donde los rumanos exiliados lo recibieron con alegría, como a un militante unionista. Un año más tarde, se suicidó, debido a una neurastenia mal tratada.
Versión en español: Antonio Madrid