El Orient Express
El tren Orient Express se convirtió de una simple ruta ferroviaria a un verdadero símbolo de la unidad europea.
România Internațional, 26.10.2019, 18:44
El siglo XIX recibió varios nombres, siendo el “siglo de las naciones” y el “siglo de las revoluciones” los más conocidos. Pero el siglo XIX fue también el siglo del ferrocarril, del “camino de hierro”, como era denominada en Rumanía la más reciente vía de comunicación. En los documentos de la época se menciona el verdadero entusiasmo general de los europeos por viajar en tren, y la creación de un viaje paneuropeo fue el efecto lógico del descubrimiento de Europa por parte de los europeos. El tren Orient Express se convirtió así de una simple ruta ferroviaria a un verdadero símbolo de la unidad europea.
La historia del Orient Express comienza con un drama en el amor, con la historia de amor fracasada de un joven ingeniero belga, Georges Nagelmackers. El joven procedía de una familia rica y después de un fracaso en el amor, en los años 1867-1868, se fue a Estados Unidos para olvidar su propio sufrimiento. Allí tiene la oportunidad de viajar en los célebres vagones Pullman, vagones dormitorio que, a diferencia de los vagones europeos, eran mucho más confortables. En 1870 vuelve a casa, a Bélgica, e intenta poner en práctica lo que había visto en Estados Unidos. En 1883, inaugura el proyecto Orient Express, sin saber en lo que iba a convertirse su invención.
La idea de un tren que pasara por el mayor número posible de países europeos y pudiera unir Europa tuvo un éxito inmediato. Europa era considerada un “concierto de las naciones”, metáfora mediante la cual lo típico de cada nación se debía mantener en una unidad continental. Las ambiciones civilizadoras de Francia y su ofensiva modernizadora total que alcanzó su apogeo durante la época del emperador Napoleón I hicieron que el cambio de perspectiva sobre el continente fuese galopante. Dorin Stănescu es historiador ferroviario y le hemos preguntado si el Orient Express, además de su destino como tren de la élite, tuvo también una dimensión simbólica unificadora del antiguo continente.
“Claro que sí, porque el tren Orient Express propone la federalización de Europa. Los trámites aduaneros son mucho más sencillos, en el sentido en que en la aduana subían los aduaneros y efectuaban el control de los pasajeros mientras el tren estaba en marcha. Los aduaneros bajaban en otra estación después de haber terminado su trabajo. La firma de unos acuerdos internacionales entre los Estados por donde pasaba el Orient Express fue el primer paso hacia este proyecto europeo. Era de alguna manera un tren sin fronteras.”
La línea del Orient Express perteneció a la élite. Y esto era normal teniendo en cuenta que al principio sólo las élites se podían permitir viajar. Dorin Stănescu ha contado quién viajaba en este tren de lujo.
“De vez en cuando, en distancias cortas, a este tren lujoso se añadían también vagones de segunda y tercera clase. A veces podían viajar también personas que pertenecían a la clase media. Inicialmente, el tren Orient Express, durante toda su vida, fue evidentemente un tren destinado a las élites. Paul Morand escribió en 1914 que en el Orient Express viajaban personas que formaban una verdadera sociedad cosmopolita. Eran empresarios, diplomáticos, príncipes, francmasones, actrices jóvenes, jefes de los servicios secretos, espías, Mata Hari… Evidentemente que también viajaban turcos ricos con sus esposas, aristócratas austríacos, condes húngaros o boyardos rumanos. Incluso la familia real rumana viaja varias veces en el Orient Express. Varios monarcas de Europa viajan en el Orient Express, del káiser Wilhelm al emperador Francisco José o el príncipe heredero Fernando de Rumanía y el rey de Bulgaria. Muchas personas importantes en aquella época. ¿Por qué era importante viajar en este tren? Porque la gente normal quiere conocer las historias de la élite y también quiere viajar en el Orient Express. Se crea un verdadero mito del Orient Express y del viaje en este tren.”
En el territorio de Rumanía, el Orient Express entraba por la parte oeste y desde Bucarest, iba al este y al sur por dos rutas. Dorin Stănescu ha hablado también de la contribución de este tren a la modernización de la infraestructura ferroviaria de Rumanía.
“En Rumanía, el Orient Express, en 1883, cuando comienza la historia, entraba por Vârciorova, en el oeste, pasaba por Turnu Severin, después por Craiova, Slatina, Pitești y Bucarest. Desde aquí iba a Giurgiu, en el sur, al puerto Smârda, y cruzaba después el Danubio hacia Varna. Desde Varna, el viaje continuaba en barco y llegaban a Constantinopla. Pero este tren contribuyó también a la aceleración de la construcción de ferrocarriles. Ahora se construyen ciertas vías férreas y algunas partes de la infraestructura. El famoso puente de Cernavodă de Anghel Saligny tenía un papel importante en el concepto del Orient Express. En un momento dado, desde Bucarest se puede ir a Constanza, evidentemente, cruzando este puente. Y desde Constanza, las naves del Servicio Marítimo Rumano llevaban a los pasajeros a Constantinopla. Es decir que el viaje en el territorio de Rumanía es una parte interesante de la historia del Orient Express. Muchas veces, en la prensa rumana y la prensa internacional se habló de las paradas de los pasajeros en Bucarest, los viajes a Sinaia y la recepción en el Palacio de Peleș por parte de la familia real. La hospitalidad de la familia real en aquella época era una propaganda para Rumanía, para su deseo de modernizarse, para el prestigio de la familia real y de Rumanía en Europa.”
La Primera Guerra Mundial hizo que el Orient Express dejara de circular. En 1921, el tren volvió a nacer. La Segunda Guerra Mundial tuvo mayor impacto porque hubo mayores pérdidas. La instauración del comunismo en la mitad este de Europa contribuyó a la decadencia de la ruta. En 1977, a causa de la competencia aérea, la compañía cesó los viajes. Pero en 2016, el Orient Express vuelve a nacer como un símbolo renovado de la unidad europea, como una tradición que se necesita mantener.