Sobre la historia de la Gendarmería rumana
La Gendarmería se creó en 1850 y es una de las instituciones más antiguas del Estado rumano. Sus funciones se centran principalmente en el mantenimiento del orden público, sin embargo, los gendarmes también participaron en las dos guerras mundiales
Steliu Lambru, 29.09.2025, 12:28
El Estado rumano comenzó a crear sus estructuras de fuerza a mediados del siglo XIX. Una de ellas fue la Gendarmería, que surgió en el Principado de Moldavia en 1850. Sin embargo, ya existían antes cuerpos con atribuciones relacionadas con el orden público y la seguridad ciudadana, así como con la protección de los ciudadanos y de sus bienes. Recibieron distintas denominaciones y, desde 1829, tras la firma del tratado de paz entre Rusia y el Imperio otomano, se conocieron como «milicia», «guardia» o «vigilancia» nacional.
Aunque con efectivos reducidos, la Gendarmería participó en la Guerra de Independencia de Rumanía (1877-1878) y en la segunda guerra balcánica de 1913. También estuvo presente en las dos guerras mundiales. En 1893 se creó la Gendarmería rural. A lo largo de sus 175 años de existencia, la institución conoció páginas heroicas, pero también capítulos oscuros, como la represión de la revuelta campesina de 1907 y su implicación en el Holocausto durante la década de 1940. Fue disuelta por el régimen comunista en 1948 y restablecida en 1990, tras la Revolución anticomunista de 1989.
En el archivo del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana se conservan entrevistas con antiguos gendarmes que evocan momentos históricos en los que participaron. Uno de ellos fue el coronel Grigore Meculescu. En 1995 recordaba cómo, siendo alumno de la Escuela de Gendarmes, formó parte del dispositivo de defensa de la sede de la Gendarmería durante la rebelión legionaria de enero de 1941:
«En aquel acontecimiento estuvo implicada también la Escuela de Oficiales de Gendarmería, encargada de custodiar la Inspección General de la Gendarmería en la avenida Ştefan cel Mare. Durante ese periodo, todos los alumnos elaboramos un plan de defensa del edificio. En caso de un ataque de los legionarios contra la institución, debíamos estar preparados para resistir. Vinieron en grupos numerosos por Ştefan cel Mare gritando ¡Queremos a Horia Sima! Existía información de que podían intentar un asalto. Por eso organizamos aquella defensa. Se detuvieron un momento frente a la Inspección General, pero probablemente, al vernos desplegados en dispositivo de defensa del Inspectorado, con pistolas y ametralladoras, todos alumnos, desistieron y siguieron su camino».
El general de división Mihail Baron rememoraba, también en 1995, la jornada del gran cambio de alianzas del 23 de agosto de 1944. Entonces era oficial de guardia en el cuartel del Regimiento de Gendarmes de Infantería y se vio implicado en la neutralización de las tropas alemanas en Bucarest:
«Hacia las ocho de la mañana, el 24 de agosto, un capitán de caballería llegó muy alterado a la puerta del regimiento y pidió ayuda, porque de lo contrario los alemanes romperían el cerco. Informé de inmediato al comandante, que me ordenó reunir a los hombres disponibles en el cuartel – dos pelotones- y enviarlos allí, con ametralladoras. Acorralados bajo el fuego, en apenas media hora los hitlerianos levantaron banderas blancas y se rindieron. Mientras eran escoltados por los gendarmes, desde el Grand Hotel se abrió fuego contra ellos. Parte de la tropa irrumpió en el edificio, detuvo a los oficiales alemanes allí alojados y los llevó al patio del regimiento. En total fueron capturados unos 230 prisioneros: oficiales, suboficiales, soldados y hasta dos o tres mecanógrafas».
El general Emil Mihuleac evocaba, igualmente en 1995, lo ocurrido tras el final de la guerra, cuando el nuevo régimen comunista disolvió la Escuela de Gendarmes y, con ello, la propia institución. Algunos historiadores interpretan aquella decisión como un castigo contra un cuerpo de élite, al que se tachó de «perro guardián de los capitalistas y terratenientes» e «instrumentos de expolio contra los campesinos»:
«La Escuela era relevante por la calidad de sus alumnos, pero también por el valor del profesorado, pues compartía edificio con la Inspección General, donde solo llegaban oficiales con altas cualificaciones y una sólida cultura militar. La mayoría de ellos eran graduados de la Escuela Superior de Guerra. Eran, por tanto, militares altamente preparados. El plan de estudios tenía componentes singulares en comparación con la enseñanza militar de entonces. En tres años, el alumno de la Escuela de Oficiales de Gendarmería adquiría una formación compleja en tres dimensiones. Así se formaron oficiales muy competentes, que destacaron tanto en el frente oriental como en el occidental durante la guerra, prestando un servicio valioso al ejército y al país».
La Gendarmería Rumana ha sido una institución constitutiva esencial del Estado y ha actuado conforme a las circunstancias históricas de cada época. Posee ya una tradición que debe analizarse con rigor y con la comprensión de los límites humanos.
Versión en español: Valeriu Radulian