Después de 1945, Europa quedó profundamente dividida, y las esperanzas de los europeos de que al final de la Segunda Guerra Mundial se volvería a la normalidad, tras deshacerse del fascismo, se hicieron añicos.
Los rumanos llegaron a Australia y Nueva Zelanda a partir del último cuarto del siglo XIX. Desde entonces, la comunidad rumana ha crecido y la diplomacia rumana ha ido ganando presencia en el otro extremo del mundo.
Jefe del Servicio Especial de Inteligencia entre 1940 y 1944, Eugen Cristescu es considerado por algunos historiadores como uno de los mejores agentes de inteligencia que ha tenido Rumanía. Fue una de las personas de confianza del mariscal Ion Antonescu, líder del Estado rumano durante la Segunda Guerra Mundial.
En el norte de Rumanía, entre los actuales distritos de Maramureș y Bistrița-Năsăud, en una zona montañosa y muy pintoresca, se escribió una página importante en la historia de los Ferrocarriles Rumanos y en la historia del comunismo. Se trata del ferrocarril entre las localidades de Salva, en Bistrița-Năsăud, y las localidades de Vișeul de Jos y Vișeul de Sus, en Maramureș.
Los concilios cristianos del primer milenio de nuestra era fueron los que establecieron los dogmas del cristianismo. Son acontecimientos emblemáticos para todos los cultos, comunidades e iglesias cristianas y estuvieron representados por artistas que pintaron en las paredes de los monasterios rumanos.
Radio Romania Liberă (Rumanía Libre) funcionó durante los años de la Segunda Guerra Mundial como un medio de propaganda antinazi del Comintern. Los activistas comunistas trabajaban allí según sus creencias y las exigencias de la prensa soviética. Radio Rumanía Libre tenía una audiencia muy baja entre los rumanos y fue desde allí que se reclutaron colaboradores del régimen instalado el 6 de marzo de 1945.
A partir de finales del siglo XVII, el espacio rumano se convierte en un centro de promoción de la religión y la cultura cristianas para los cristianos del Levante. En Valaquia se imprimen libros para árabes cristianos y georgianos, y en la corte del príncipe Constantin Brâncoveanu desarrollan su actividad intelectuales como Antim Ivireanul.
En agosto de 1942, el ejército rumano, aliado con los ejércitos alemán, italiano, húngaro y croata, llegó a Stalingrado. Durante los seis meses siguientes se libraría allí la batalla más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial, que cambiaría su curso.
Tras la revolución de diciembre de 1989, los rumanos celebraron sus primeras elecciones libres el 20 de mayo de 1990. Las elecciones fueron ganadas abrumadoramente por el Frente de Salvación Nacional, sucesor del antiguo partido comunista, y por Ion Iliescu, candidato del Frente. Estos resultados legitimaron el programa de amplias reformas del Estado
En el siglo XX, Rumanía y EE. UU. alternaron acercamientos económicos, conflictos políticos y acuerdos comerciales como la cláusula de nación favorecida
El sentimiento de amistad entre las naciones, especialmente las socialistas, fue cultivado asiduamente por la propaganda comunista y mucha gente todavía cree en él. Pero las lecciones de la historia demuestran lo contrario: cuando un país necesitaba ayuda de una nación considerada amiga, la mayoría de las veces no la recibía.
El 27 de marzo de 1918, Besarabia se unió al Reino de Rumanía después de la votación del Consejo Nacional, el órgano representativo de la provincia. Inmediatamente después de la salida de Rusia de la Primera Guerra Mundial, los desórdenes creados por el ejército ruso constituyeron un peligro real para la vida y la propiedad de los civiles. Un factor decisivo para estabilizar la situación fueron las tropas voluntarias de Transilvania que, junto con el ejército rumano, garantizaron la paz y el orden.
En su historia, el ejército rumano ha tenido generales que lucharon con honor en los grandes conflictos en los que participó Rumanía en el siglo XX: dos guerras mundiales y conflictos locales como las guerras de los Balcanes y la guerra rumano-húngara del año 1919.
En marzo de 1990, la Sociedad "Timişoara", formada por intelectuales cívicos y anticomunistas, publicó la Proclamación de Timişoara, uno de los documentos más importantes de la Revolución rumana de diciembre de 1989. Exigía reformas profundas y el retorno a los principios de una sociedad libre. En el famoso punto 8, el documento proponía la depuración de la sociedad rumana, lo que suponía romper con el pasado comunista.
Una de las fechas con un significado profundamente negativo en la historia de la Rumanía contemporánea fue el 6 de marzo de 1945.