De los tejidos rumanos a la alta costura
Lleva 30 años viviendo en Francia y es un nombre reconocido en el mundo del bordado artístico y de alta costura. Es originaria del distrito de Sălaj, donde aprendió a tejer y a hacer punto de la mano de su madre, como muchos niños y niñas del pueblo. Victoria Darolți ha realizado creaciones únicas para grandes casas de moda como Chanel, Dior, Armani y Valentino, y ahora está ampliando su colección personal con la intención de abrir un pequeño museo.
Ana-Maria Cononovici, 07.10.2025, 12:27
Lleva 30 años viviendo en Francia y es un nombre consagrado en el mundo del bordado artístico y la alta costura, pero sus orígenes se encuentran en el distrito de Sălaj, donde aprendió a tejer y a hacer punto de la mano de su madre, como hacían muchos de los niños del pueblo. Victoria Darolți ha realizado creaciones únicas para grandes casas de moda como Chanel, Dior, Armani y Valentino. Ahora tiene su propio taller y está ampliando su colección personal, ya que tiene la intención de abrir un pequeño museo.
Se marchó del país a los 27 años, cinco años después de la Revolución de 1989. Aunque su trayectoria profesional no ha sido fácil, en 2019 Victoria Darolți recibió la distinción «Le Meilleur Ouvrier de France» («Mejor Obrero de Francia»), título que reconoce la excelencia en profesiones artesanales y servicios tradicionales, y fue creada en 1924 para preservar y revitalizar estos oficios.
La creadora nos habló de este premio:
«Estoy muy orgullosa de haber recibido esta distinción del Gobierno francés, del presidente de Francia, aunque no sé muy bien cómo la he conseguido. Para concedérmela, alguien siguió mi actividad durante mucho tiempo para ver qué hago, cómo presento mi trabajo y cómo me mantengo en el mercado. Esa persona elaboró un expediente sobre mi actividad que presentó al Gobierno y decidieron que merecía este galardón».
Y como su historia comienza en la infancia, Victoria Darolți nos compartió algunos recuerdos de su infancia:
«¡Estoy orgullosa de volver a mi infancia! Crecí en Ineu, en el distrito de Sălaj. De pequeña, aprendí muchas cosas de mi madre: a bordar, a tejer, a hacer ganchillo, a hacer encaje… Mi hermana es dieciséis años mayor que yo. Su marido es un sastre de renombre en Sighetu Marmației. Era muy elegante y yo estaba celosa de ella. Cuando venía a casa de nuestra mamá, le cortaba los vestidos para hacerme ropa. Mi madre insistía en que jugara, pero yo prefería estar con ella, con sus amigas o con mi abuela para aprender a hacer manualidades. Me encantaban las manualidades. Recuerdo que, cuando tenía unos doce años, participé en la recogida de la última cosecha de lino y cáñamo en el pueblo. También recuerdo cómo lo recogí del campo, lo llevé al río Someş, lo puse en agua y, cada dos días, iba a dar la vuelta al fardo para que se ablandara. Luego lo traje a casa y lo procesé hasta obtener el producto final. Mi madre tejía sábanas y manteles, y yo lo aprendí todo de ella».
Victoria Darolți siempre había querido llegar a la capital de la moda: París. Una vez allí, tuvo que encontrar una escuela donde acreditar su maestría.
«Cuando empecé a estudiar en la Escuela de Bordado, mis profesoras me preguntaron: “Victoria, ¿por qué estás aquí si ya sabes hacer de todo?”. Es que necesitaba un título para poder trabajar en los talleres que colaboraban con las casas de moda. De nada servía saber el oficio si no tenía un título. Terminé la escuela y, en dos semanas, conseguí un puesto en un taller. Lo que tenía que hacer allí era muy diferente de lo que había aprendido en Rumanía. En Francia se utiliza una técnica especial de bordado que se llama bordado crochet de Lunéville. Consiste en utilizar un ganchillo muy parecido a la aguja de encajes que nos permite fijar piedras y lentejuelas y alcanzar la perfección y la calidad. Podemos bordar las perlas también con la aguja para encajes, pero nunca lograríamos esa calidad».
La técnica del bordado crochet de Lunéville es un método de bordado a mano de alta costura, originario de Francia desde el siglo XIX, que usa una aguja similar a la de ganchillo para colocar pedrería sobre tejidos finos como seda o tul. Esta técnica tradicional se emplea tanto en vestidos de alta moda como en accesorios, y se caracteriza por su precisión y la habilidad que requiere para trabajar con los materiales.
En 2008, abrió su propio taller y, en 2011, fundó su propia escuela de bordado para mantener viva esta tradición. El taller Darolți, ubicado en las afueras de París, está especializdo en accesorios bordados (guantes, zapatos y bolsos), vestidos de noche, trajes de teatro y decoración de interiores para hoteles de lujo, yates y aviones privados.
Victoria Darolți:
«Cuando creaba, una parte de mi pueblo estaba allí. Combinaba lo que había aprendido de mi madre con lo que había aprendido en Francia, y eso me diferenciaba del resto. Añadía lana de oveja de colores, perlas y joyas. Ciertos hilos que encontré en Francia se parecían a los que había en Rumanía y los colores que combinaba en mis creaciones gustaban mucho. El encaje y el macramé que añadía a mis creaciones eran muy característicos. Trabajé para personas de Suiza, África e Italia. Personalicé los respaldos de los asientos de los aviones privados de gente famosa y rica».
Además de los encargos, Victoria Darolți también crea piezas para su colección personal con la intención de abrir un pequeño museo. Una de sus prendas favoritas es un vestido con falda de macramé y la parte superior bordada con piedras multicolores recogidas de la naturaleza. Para crearla utilizó la técnica Lunéville que aprendió en la escuela de París y la llamó «La muñeca de barro».
Versión en español: Victoria Sepciu