El comunismo: entre la condena y la nostalgia
El Gobierno y el Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo y la Memoria del Exilio Rumano están preparando un plan para aumentar la concienciación de la población sobre los crímenes del comunismo en Rumanía
Roxana Vasile, 17.12.2025, 11:12
Para los rumanos que vivieron la Revolución anticomunista de 1989, diciembre no es solo el mes de las fiestas navideñas, sino también el mes en el que recuerdan los acontecimientos históricos que vivieron en primera persona.
Tras más de 40 años de régimen comunista, entre el 16 y el 25 de diciembre de 1989, Rumanía se convirtió en el último país del bloque totalitario de Europa del Este en el que el régimen dirigido con mano de hierro por Nicolae y Elena Ceaușescu se derrumbó entre el ruido de las balas y el olor a pólvora. Los rumanos dijeron «no» a la dictadura, a la colectivización agrícola, a la severa austeridad, a la escasez, al culto a la personalidad y al control omnipresente de la policía política de la época. Fue la revolución anticomunista más sangrienta de Europa del Este, con más de mil muertos y más de cuatro mil heridos. Culminó, recordemos, con la huida de la pareja dictatorial, su captura, condena y ejecución por fusilamiento el mismo día de Navidad.
Pasados 36 años de este evento, una encuesta realizada por INSCOP Research en colaboración con el Instituto para la Investigación de los Crímenes del Comunismo y la Memoria del Exilio Rumano (IICCMER) revela una enorme brecha entre la realidad histórica del régimen comunista y la percepción pública actual. Más concretamente, gran parte de los rumanos actuales idealizan ese periodo, a pesar de los hechos históricos. Casi el 50% de los participantes en la encuesta opinan que antes de 1989 se vivía mejor en Rumanía. El 66% de los rumanos consideran que Nicolae Ceaușescu fue un buen líder, a pesar de que el régimen cometió graves atrocidades y generó importantes problemas sociales. El fenómeno es especialmente acusado entre los grupos vulnerables, insatisfechos económica y socialmente, en un contexto de falta de políticas públicas eficaces y de vacío educativo en materia de historia, según se desprende del estudio.
Ahora bien, para reconectar a la sociedad con la memoria de la historia reciente y con los valores fundamentales de la libertad y la democracia, es necesario, en primer lugar, defender la memoria de la Revolución anticomunista de 1989.
Olvidar lo que ocurrió entonces sería un crimen moral, afirmó Emil Constantinescu, expresidente de Rumanía entre 1996 y 2000, en el simposio La caída del Muro de Berlín, repercusiones e influencias en Europa del Este, organizado recientemente en la ciudad mártir de Timișoara. Emil Constantinescu: (TRACK)
«Nosotros, que somos quizás los últimos supervivientes, estamos llamados a responder a una pregunta fundamental: ¿cómo ha sido posible que los ideales universales de la verdad y la justicia, por los que lucharon con su vida multitudes enormes, hayan sido sustituidos por la sociedad actual, que puede definirse como una sociedad de la mentira y los intereses? La respuesta solo puede obtenerse reconsiderando la historia reciente de Europa, nacida en el momento de ruptura de la historia mundial en los años 1989-90. Afirmo con rotundidad que negar, falsificar, minimizar y, en última instancia, olvidar la importancia histórica de la Revolución de diciembre de 1989 constituye un enorme crimen moral».
Del mismo modo, el expresidente llamó la atención sobre las vulnerabilidades de la democracia actual, que alimentan la nostalgia por la época totalitaria (TRACK):
«Tras la integración en la Unión Europea, se produjeron también algunos retrocesos inesperados y desagradables que distorsionaron la libertad obtenida en diciembre: la aparición de una tendencia hacia regímenes políticos autoritarios o populistas, la sustitución de la economía real por la especulativa, el agravamiento de la manipulación a través de los medios de comunicación y las redes sociales, el establecimiento de una sociedad de la mentira… Treinta y seis años después de la caída del Muro de Berlín, símbolo de la división entre el Este y el Oeste, nos vemos obligados a constatar que la democracia es frágil y vulnerable ante la agresión de Rusia en Ucrania, que establece el uso de la fuerza contra la fuerza de la ley, que es la garantía de la libertad».
El actual presidente del país, Nicușor Dan, cree que (citamos) «la principal razón por la que cada vez más rumanos idealizan el comunismo es la profunda decepción con la clase política de las últimas tres décadas. La corrupción, la falta de transparencia, las promesas incumplidas y el sentimiento de injusticia han debilitado la confianza de la gente en el presente y en el futuro», afirma.
La falsa imagen de la época comunista también se ve alimentada por campañas de desinformación que tratan de socavar los valores democráticos y ofrecer un pasado embellecido, al tiempo que ocultan la verdad sobre la represión, el miedo, el hambre y la falta de libertad. Por eso, en opinión del presidente Nicușor Dan, «para mantener viva y relevante la democracia, debemos combatir con firmeza la desinformación, devolver la confianza a la gente mediante políticas públicas correctas y construir una sociedad en la que todos los ciudadanos puedan sentir la justicia, la equidad y el desarrollo real».
En términos muy concretos, el profesor británico Dennis Deletant, especialista en historia de Rumanía, sostiene que, para que los jóvenes de hoy, que no han vivido en primera persona los horrores del comunismo, conozcan el pasado tal y como fue en realidad, es necesario, entre otras cosas, un museo del comunismo (TRACK):
«Es imprescindible que haya un museo, porque mucha gente, sobre todo los de mi generación, sabe lo que significó el comunismo para Rumanía y cómo sigue influyendo en la mentalidad de muchas personas. A menudo voy a pueblos de Rumanía y hablo con gente que tiene sus propias inquietudes, sobre todo jubilados, y me sorprende que solo conozcan fragmentos de la historia del comunismo. Por supuesto, piensan en la situación alimentaria y en lo difícil que era antes desde este punto de vista. Pero les gusta el hecho de que había una certeza: aunque la situación fuera mala, el futuro estaba asegurado y, al hablar con ellos, he observado que a mucha gente le molesta esta incertidumbre sobre el futuro».
Dado que la educación es, por lo tanto, fundamental, el año que viene se pondrá en marcha un plan nacional para concienciar sobre los crímenes del comunismo en Rumanía. El documento, que se está elaborando en la oficina de la canciller del primer ministro, tiene como objetivo, entre otras cosas, preparar adecuadamente a los profesores de historia para que transmitan correctamente la información relacionada con el período anterior a la Revolución de diciembre de 1989.
Versión en español: Antonio Madrid