La necesidad de tener una Catedral Nacional en Rumanía también
Rumanía era el único país mayoritariamente ortodoxo del mundo que no tenía una Catedral Nacional, un deseo de más de un siglo y medio que ahora se ha hecho realidad
Roxana Vasile, 29.10.2025, 13:16
Rumanía era el único país mayoritariamente ortodoxo del mundo que no tenía una Catedral Nacional, aunque la idea de construir un edificio de este tipo existía desde el siglo XIX. El portavoz del Patriarcado Rumano, Adrian Agachi, afirma:
«El primero en hablar sobre la necesidad de una Catedral Nacional fue el poeta nacional Mihai Eminescu, quien, inmediatamente después de la Guerra de Independencia (1877-1878), afirmó que un edificio religioso de este tipo sería necesario. Posteriormente, el rey Carol I, en el año 1884, promulgó la primera ley para la construcción de una Catedral Nacional y asignó para ello, en ese momento, el 5% del PIB (Producto Interior Bruto) del Reino de Rumanía. Con la llegada de las dos Guerras Mundiales, seguido del período comunista, el proyecto ya no pudo realizarse. Con la excepción del período del patriarca Miron Cristea, quien intentó encontrar un buen espacio para la construcción de la Catedral Nacional y habló por primera vez de la Catedral de la Salvación del Pueblo, entendiendo por eso la independencia y la liberación del pueblo rumano durante el período difícil que acababa de superar. Por lo tanto, con esta excepción, hasta después de la Revolución de 1989, el proyecto de la Catedral entró, de algún modo, en una etapa de estancamiento. Se habló cada vez menos y, debido a que las posibilidades eran limitadas, las cosas no se desarrollaron como hubiéramos deseado. Pero, desde el año 1990, la idea de concebir la Catedral Nacional comenzó a tomar cada vez más forma, inicialmente bajo la memoria del venerable patriarca Teoctist, y luego, desde 2007, ya no fue solo una idea, un simple concepto, sino que se convirtió en realidad bajo la tutela del patriarca Daniel».
En la visión de Cătălin Raiu, profesor de la Universidad de Bucarest, la sociedad rumana se había quedado rezagada en este aspecto: el de tener un lugar de culto central, emblemático de la fe ortodoxa, que define la identidad religiosa de la mayoría de la población y que domina, desde el punto de vista cultural, la historia de los rumanos. Por eso, en su opinión, la nueva Catedral Nacional es, por un lado, un resumen de la historia y, por otro, un lugar en el que toda la sociedad rumana, no necesariamente solo la ortodoxa, se reunirá, de ahora en adelante, como una comunidad de fe. A continuación, Cătălin Raiu:
«Casi todos los países mayoritariamente ortodoxos han tenido esta ambición simultáneamente con nosotros hacia finales del siglo XIX, cuando las naciones europeas, y nos referimos en concreto a las ortodoxas, se separan de diversos imperios y desarrollan esta conciencia nacional e individualista. Intentaron construir una catedral que, por supuesto, es un símbolo religioso, pero también es uno político, en el sentido amplio del término, de construcción de la nación, de demostrar su identidad ante la historia. Y, entonces, dado que Rumanía había quedado rezagada en este aspecto –Bulgaria tiene una catedral así, Serbia también, Georgia construyó una recientemente, hace 10 o 15 años comenzaron las obras y ahora está terminada– creo que Rumanía forma parte ahora del grupo de estos países mayoritariamente ortodoxos que cierran este período histórico que, como decía, requería la construcción de un símbolo identitario religioso, cultural e histórico».
La mayoría de los rumanos recibieron la construcción de la Catedral con orgullo, alegría y esperanza, pero también hubo voces críticas con este proyecto. Su principal reproche sigue siendo que los fondos públicos utilizados para construir el imponente lugar de culto deberían haberse destinado a proyectos de infraestructura en transporte, educación o salud, tan importantes para el país. El famoso lema ¡Queremos hospitales, no catedrales! o el estribillo Dios prefiere la madera y los espacios pequeños de una canción anti-Catedral de la banda pop-rock Taxi reflejan el descontento de los opositores. Son dos cuestiones diferentes, dice el profesor Cătălin Raiu:
«Las iglesias y los hospitales son y deberían ser tratados como elementos complementarios, no los pondría en antítesis. Me parece un silogismo bastante peligroso y, para mi sorpresa, entre los críticos que se expresaban con ese tipo de eslóganes he visto personas que, realmente, están impresionadas de que esta construcción se haya llevado a cabo exitosamente, que se vea muy bien, que será un emblema de Bucarest y de Rumanía, y creo que muchos de ellos ya no se identifican necesariamente con ese eslogan. Básicamente, se han dado cuenta de que la Iglesia se ha hecho cargo de un proyecto –y me refiero no solo al aspecto material, sino también a un proyecto identitario– que ha llevado a cabo de manera mucho más coherente, mucho más eficiente que el Estado. Y creo que eso nos debería hacer plantear una pregunta: por qué la Iglesia logra esto y, a veces, el Estado no sigue el ritmo».
Hacia finales del año 2007, el patriarca Daniel colocó la piedra fundamental del nuevo edificio, y desde finales de 2010 comenzó la construcción propiamente dicha de la Catedral Nacional. Según el portavoz del Patriarcado Rumano, el padre Adrian Agachi, los costos hasta ahora han ascendido a solo 270 millones de euros, dado que las obras están prácticamente finalizadas, y, además, este dinero se ha gastado a lo largo de 15 años.
Más aún, la suma es pequeña en comparación con otras destinadas a trabajos relativamente similares, como, por ejemplo, la reconstrucción de la Catedral de Notre Dame en París. El dinero para el templo de Bucarest provino del presupuesto central y local, así como de los fondos propios de la Iglesia y de las donaciones de los fieles, para quienes, dice Cătălin Raiu, la construcción de la Catedral es un triunfo:
«La sociedad debe entender que la Iglesia está de su parte, llevando a cabo este proyecto con muchas dificultades: hubo oposición, a veces, no solo desde el ámbito público, sino también por parte de algunos políticos hubo oposición o indiferencia, y que la Iglesia es una institución relevante en la sociedad mientras sepa incluir en la agenda pública tal construcción también en sentido espiritual, no solo en sentido material, y llevarla a cabo».
La Catedral Nacional aumentará su aura y consolidará su estatus como buque insignia de los lugares de culto en Rumanía durante décadas, quizás siglos, según opina un colega periodista. Sin embargo, el comienzo ya se ha hecho: después de más de 150 años en los que solo fue un anhelo, ahora la Catedral existe. Vigila la capital de un país europeo y cristiano, de un pueblo latino y ortodoxo.
Versión en español: Mihaela Stoian