¿Cómo comunicarse con empatía?
«¡No me escucha!», «¡No me oye!», «¡No me entiende!» o incluso «¡Nunca hace lo que le digo!», son frases que escuchamos continuamente en las conversaciones. Pero, ¿nos hacemos la pregunta de si todos tenemos necesidades, quizá diferentes, y también formas distintas de satisfacerlas?
Ana-Maria Cononovici, 19.09.2023, 14:04
Octavia Udrescu y Decebal Popescu son facilitadores de comunicación no violenta desde 2020 cuando empezaron a organizar talleres y jornadas con la intención de crear una comunidad de personas capaces de hablar de forma auténtica.
Le preguntamos a Decebal por qué organizan estos talleres de comunicación no violenta (talleres CNV):
«Hay varias motivaciones: una de ellas es esta creencia mía de que es posible que los seres humanos vivamos una vida más plena y feliz. Nos han enseñado –y no es culpa de nadie en particular– a tener un discurso de tipo: yo tengo razón y tú no; esto está bien y esto está mal. Pues bien, lo que yo he descubierto a través de lo que practico en los talleres CNV es que quizá veamos las cosas de otra manera y con un poco de buena voluntad podemos encontrar una forma en la que se satisfagan tanto mis necesidades de crecimiento y desarrollo como las tuyas. Eso para mí sería fabuloso».
Octavia nos contó cómo reaccionaban las personas que acudieron a los talleres una vez que comprendieron que todos usamos diferentes estrategias para satisfacer nuestras necesidades:
«La gente volvía y nos decía: ¡Comencé a escuchar! No sabía escuchar, pensaba que lo que decía la otra persona era estúpido, pero ahora me callo. Y al menos escucho y aprendí cosas interesantes. Pero si partimos de la idea de que nosotros somos los listos y no decimos: venga, vamos a ver qué dice el otro, cómo es su mundo. Nos sorprenderemos. Es posible que sus ideas también sean interesantes, a lo mejor queremos lo mismo y tenemos las mismas intenciones, pero las realizamos de manera diferente. Cada uno tiene una forma diferente de usar estas estrategias. Es fascinante. Para mí, la naturaleza humana es fascinante y esta comunicación consciente me aporta la cuerda de salvamento para entenderme a mí mismo. Pero, ¿qué es lo que quiero? Cuando tuve hijos, solía mirarlos e intentaba recordar cómo reaccionaba de niña, qué hacía entonces, qué hacía sobre todo de adolescente. ¿Qué hacía? ¿Cómo me comportaba? ¿Le gritaba a mi madre? ¿Daba portazos? Por supuesto que sí. Pero ¿por qué lo hacía?».
Octavia confesó que primero aplicó estas técnicas en casa con sus hijas, tomándose las experiencias como un reto. ¿Cuál fue el resultado?
«Tengo una relación mucho mejor conmigo misma y con mi familia y me muestro mucho más comprensiva con ellos cuando me dicen “no”. Tengo conversaciones con mi hija, que es adulta, tiene 20 años y necesito que me ayude a tender la ropa, por ejemplo. Entonces yo negocio con ella y le digo «necesitaría» y como ella también conoce los principios me dice “mira fuiste un poco pasivo agresiva cuando me lo dijiste y trataste de culparme». Y yo le digo: «me equivoqué, ¿qué quieres que haga?». Y ella me dice: «¡Quisiera que me dijeras con antelación cuando necesitas mi ayuda en vez de obligarme a hacerlo en ese segundo!». Así que le digo: «Pues verás, hoy voy a lavar la ropa, así que necesitaría que la tendieres dentro de una hora». ¡Me sorprende que sí funciona! Porque cuando antes yo la presionaba, no me hacía caso. Ahora, cuando estoy dispuesta a recibir también un «no» y preguntar «¿cuándo te vendría bien hacerlo?», las cosas sí que suceden. Porque en realidad es la necesidad humana de contribuir, y todos la tenemos, pero queremos tener la libertad de elegir cuándo hacerlo».
Octavia nos enseñó asimismo que a través de la autoempatía podemos aceptar un «no» más fácilmente:
«Darme cuenta de que me cuesta mucho recibir un “no” y pensar qué podría hacer para sentirme un poco mejor. Me refiero a sentirme mejor físicamente, porque cuando recibo un “no”, sobre todo de la familia, eso me afecta mucho y digo “no me quiere”. Y entonces me digo a mí misma: espera, no se trata de amor, es muy importante que ella o él haga otra cosa. Puedo aceptarlo. Y me digo: voy a mirar las flores, voy a dibujar algo, voy a hacer algo que me dé un poco de consuelo».
En cuanto a las personas que participan en el taller, Decebal Popescu nos dijo lo siguiente:
«Nos gustaría tener un público más numeroso y equilibrado en cuanto al género, pero la mayoría de las personas que hemos tenido en nuestros talleres son mujeres preocupadas por tener una mejor relación, principalmente consigo mismas. Sin embargo, nos complació especialmente contar con un público numeroso de padres, tanto de madres como de padres, padres de adolescentes. Y, como siempre, intentamos ofrecer un espacio en el que todas las voces puedan ser escuchadas. Fue una experiencia maravillosa cuando les dimos a cada uno de los participantes dos o tres minutos para que nos contaran por qué habían venido al taller. Y al final les preguntamos “¿cómo fue para vosotros ser escuchados sin ser interrumpidos durante dos o tres minutos?”. Y la reacción fue: «¿quieres decir que deberíamos hacer lo mismo con nuestros hijos?».
Es una experiencia necesaria para todos, porque todos queremos comunicarnos, y sin límite de edad, con la mención de que para que funcione con niños preadolescentes, los talleres de CNV deben ser realizados por padres e hijos a la vez.
Versión en español: Victoria Sepciu