La leyenda de un tren, Ţuicarul
Conoceremos la historia de este legendario tren gracias al escritor de Buzău Doru Brătulescu
Ana-Maria Cononovici, 25.11.2025, 12:08
Ahora tiene del aire más puro del país, ya que las actividades industriales de la zona han cesado hace tiempo. Pero a principios del siglo pasado, la zona de Buzău estaba en pleno crecimiento económico, lo que hizo necesaria la creación de la línea ferroviaria Buzău-Nehoiaşu, famosa en su época por el tren que la recorría, llamado «Ţuicarul». Según la Compañía Nacional de Ferrocarriles CFR SA, la línea ferroviaria entre Buzău y Nehoiaşu tiene una longitud aproximada de 74 kilómetros. Conocimos la historia de este legendario tren gracias al escritor de Buzău Doru Brătulescu, que conoce su historia:
«El principal vector del desarrollo social y económico del valle de Buzău, uno de los valles más importantes de la región de Țara Românească, fue la construcción del ferrocarril Buzău-Nehoiaşu. De hecho, era el medio de transporte más utilizado y, en el momento de su puesta en servicio, era de vital importancia. ¿Por qué era vital? Porque el desarrollo de los asentamientos, las industrias maderera, textil, de la construcción, minera y petrolera dependía en gran medida de este ferrocarril. Fue construido por el Banco Marmorosch Blanc & Comp, con la concesión del terreno otorgada por el Ministerio de Obras Públicas en marzo de 1907 y confirmada, como era entonces, por Decreto Real. En 1909, el ferrocarril de Buzău, con terminal en la estación de Nehoiaşu y una longitud de 74-75 kilómetros, fue terminado y promovido para su explotación. También en 1909 se crearon los servicios postales, ¡lo cual es muy importante! En casi todas las estaciones de la línea Buzău-Nehoiaşu, ¡lo que fue el mayor logro de la época! Por eso, Ţuicarul tenía la locomotora y el primer vagón, el vagón de correos. Podías ir tú mismo a poner el sobre en el vagón de correos, había una caseta allí, e incluso paquetes».
Al principio, el tren estaba pensado para transportar troncos desde Nehoiaşu y Nehoiu, pero con el tiempo se convirtió en un tren largo, con varios vagones, según nos contó nuestro interlocutor, quien también nos explicó el origen del apodo del tren:
«¿Por qué se le llamaba Ţuicarul? Teniendo en cuenta que todo el valle de Buzău era considerado uno de los valles en los que había ciruelos en cada patio y había huertos bastante grandes de ciruelos, no había casa sin un huerto de ciruelos y la mayoría hacía aguardiente (¨ţuică¨, en rumano) de ciruela. Muy pocos hacían mermelada. Y también estaba el aguardiente de ciruelas gordas. Y la mayoría de los que utilizaban el tren llevaban el aguardiente en la bolsa, a cualquier lugar, a una boda o donde tuvieran que ir. Era imposible que no llevaran un bidón de aguardiente o una botella. Y se bebía incluso en el tren. Sobre todo los viajeros que iban de Buzău a casa. En vez de vasos, utilizaban las bombillas que cubrían las luces del vagón: las desenroscaban, estaban enroscadas, bebían y, cuando terminaban, volvían a colocar las bombillas en su sitio. Por eso se le llamaba Ţuicarul. Se decía que el maquinista también echaba un vaso de aguardiente en el combustible de la locomotora, bueno, era una broma, para poder atravesar los valles sinuosos».
¡Un tren que en pocos años se ha convertido en leyenda! Doru Brătulescu:
«El Ţuicar era el tren más querido de todos. Atravesaba valles peligrosos, sinuosos, estrechos y peligrosos en casi tres horas, y muchos maquinistas querían estar en este tren, dada la diversidad del ferrocarril y la diversidad de los lugares. Y circulaba de tal manera que se podía ver muy bien tanto a la izquierda como a la derecha, y los que estaban en los jardines saludaban con la mano al tren, independientemente de si había alguien allí o no. Y el tren de cercanías con Ţuicarul, que era uno de los más importantes, aparte del transporte de mercancías. Era un agente práctico, pero antes de ser un agente práctico era un agente sentimental. Y las estaciones eran idílicas y muy animadas, iluminadas todo el tiempo, incluso cuando se cortaba la luz», nos contó nuestro interlocutor, recordando los años 80 del siglo pasado, cuando, durante el régimen comunista de Nicolae Ceauşescu, el suministro de electricidad a las viviendas se interrumpía durante horas con el pretexto de ahorrar energía.
El tren circuló hasta finales de 1989, el año de la Revolución. Después, las paradas se vendieron, las estaciones quedaron abandonadas y ahora solo queda una vía férrea aislada, en vías de desaparición. Aunque el tren circula con dos vagones, no parece tener pasajeros, nos dijo Doru Brătulescu, y añadió:
«Pero antes, ojo, un tren tenía 14 vagones. Todos los vagones estaban llenos, el que tenía asiento tenía suerte, muchas veces le pedían a alguien: ¨¡Ve al principio del tren y guárdame un asiento en el compartimento!¨. Por la mañana salían dos trenes, uno tras otro, y a la vuelta, otros dos. Se cruzaban en algún punto del trayecto, ya fuera en Măgura o en Pârscov. En Pârscov, uno se había montado una tienda de buñuelos especial porque tenías tiempo de ir a comprarte uno».
A los pasajeros de siempre se sumaban los estudiantes que venían de Berca, a una distancia de 30… 35 kilómetros, o de Nehoiu, Nehoiaşu, todos ellos con destino a Pătârlagele, donde se encontraba el único instituto. En aquella época había cinco institutos en todo el distrito de Buzău.
Dada la complejidad de las obras de infraestructura y los fondos necesarios para revitalizar esta ruta, actualmente no existe ningún proyecto para apoyar las obras en este sentido.
Versión en español: Monica Tarău