¿Cuán urgente es aprobar una estrategia clara para la integración de los migrantes?
El Ayuntamiento de Bucarest propuso para debate público una estrategia de inclusión de los migrantes en la capital. Sin embargo, tras una ola de odio en las redes sociales, la estrategia fue retirada temporalmente.
Iulia Hau, 05.11.2025, 11:28
Los actos de violencia callejera contra los trabajadores extranjeros son cada vez más frecuentes en las noticias de última hora. Al mismo tiempo, el problema de la entrada ilegal de extranjeros sigue siendo igual de grave, sin que las autoridades tengan por el momento ninguna estrategia para reducir este fenómeno. En julio de 2025, el Ayuntamiento de Bucarest propuso para debate público una estrategia de inclusión de los migrantes en la capital, cuyo objetivo era su integración gradual mediante medidas concretas, desde el acceso a los servicios públicos hasta la integración a través del trabajo y la educación, cursos gratuitos de rumano, la lucha contra la discriminación y la participación ciudadana. Sin embargo, tras una ola de odio en las redes sociales, especialmente en grupos de Telegram de factura neolegionaria, la estrategia fue retirada temporalmente.
Radu Stochiță, investigador y trabajador del movimiento sindical en Rumanía, habla sobre las desventajas a largo plazo de la falta de integración de los extranjeros:
«Si estas personas desean permanecer en Rumanía y no logramos integrarlas —y por integración no me refiero a una romanización forzosa—, no creo que nadie desee eso, sino más bien un conocimiento: una vez del marco jurídico de Rumanía y de lo que ocurre, de las instituciones, de las escuelas, de la policía, etc. No creo que nadie desee eso, sino más bien me refiero a un conocimiento: una vez que se conozca el marco jurídico de Rumanía y lo que ocurre, las instituciones, las escuelas, los hospitales, el funcionamiento de la sociedad, la forma en que desarrollamos nuestra vida. En esta situación, por un lado, evitaríamos el fenómeno que podría producirse, el gueto, en el que se refugiarían en sus propias comunidades. Esto no se ve necesariamente en la primera generación de migrantes. Podríamos decir que ellos son la primera generación, pero si desean establecerse aquí, la segunda y tercera generación, que ya han nacido o vendrán más adelante, no necesitarán interactuar tanto con la comunidad rumana como lo hace la primera generación, ya que son dependientes, es decir, si quieren ir a la tienda a comprar cosas, tienen que comprar arroz en uno de los grandes supermercados, porque así saben lo que compran. También tienen sus propias tiendas, pero en su mayoría van a las tiendas donde venden los rumanos de Rumanía. Pero las próximas generaciones no tendrán exactamente las mismas necesidades, como hemos visto en Inglaterra. Si no queremos integrarlos, tendremos ese fenómeno en el que forman comunidades bastante cerradas, en las que luego es mucho más difícil entrar y ofrecer servicios cuando es necesario. No creo necesariamente que una comunidad cerrada conduzca a la radicalización o a que se conviertan en fundamentalistas religiosos de la noche a la mañana. El problema es que nadie, especialmente en esta era de sociedades abiertas, quiere tener estos núcleos de personas que no interactúan con nadie».
El experto presenta un segundo argumento sobre la necesidad de la integración, un argumento de carácter económico relacionado con las pensiones y los problemas que Rumanía podría tener en los próximos años con el pilar 1. Dicho de otro modo, después de 1989 no nacieron suficientes personas para compensar las pérdidas de cotizaciones que se producirán cuando se jubilen las personas nacidas después del decreto de 1966 aprobado por el régimen del dictador Nicolae Ceaușescu, que prohibía el aborto y la anticoncepción para estimular un crecimiento acelerado de la población.
«Otro argumento, tal y como yo lo veo, es el cultural. La cultura no es algo estático. La cultura rumana no es un monolito de piedra que todos sostenemos en nuestros brazos, es un cuerpo mucho más fluido que cada uno de nosotros influye y manipula cada día. Una cultura interactúa con otras, interactúa con los medios escritos, con los audiovisuales, con otras culturas, y se adapta con el tiempo y también cambia constantemente. Y esto lo podemos ver también en las interacciones con estos migrantes, que, claramente, cambiarán e influirán en la cultura rumana, y me alegro, porque es lo normal. No, significa que tal vez adoptemos ciertos aspectos de su cultura, tal vez solo dos o tres palabras, quién sabe, dos o tres expresiones, un plato, y lo adaptemos a nuestras necesidades locales, o tal vez sea un simple respeto mutuo, en el que las dos coexisten y no interactúan en absoluto. Pero creo que más bien será un beneficio cultural tanto para ellos como para nosotros».
Otro problema señalado por el investigador y directamente relacionado con la falta de una estrategia coherente de integración es la falta de acceso a los servicios de salud pública. Aunque los trabajadores extranjeros contribuyen en la misma medida al presupuesto del Estado, a la seguridad social, a las pensiones y a la salud, muy pocos de ellos tienen contacto con el sistema médico.
«Cuando tienen, a menudo en situaciones de emergencia, eluden, o mejor dicho, pasan por alto la forma lógica de funcionar, de utilizar el sistema público de salud rumano, que comienza con la medicina primaria, es decir, la medicina familiar, y solo en casos muy graves, llega a urgencias. Prácticamente no tienen ningún contacto con la medicina familiar ni con los ambulatorios especializados».
Stochiță sostiene que, incluso sin tener en cuenta el argumento humano y hablando estrictamente desde una perspectiva económica, el hecho de que alguien enferme gravemente una sola vez, por no haber sido tratado inicialmente en atención primaria, preventiva y luego ambulatoria, supone mayores costes de tratamiento para el Estado. El problema, afirma, es que los migrantes no están informados ni reciben apoyo para interactuar con el sistema de salud pública rumano.
Versión en español: Monica Tarău