Jóvenes con síndrome de Down aprenden oficios
En una tetería de un rincón del centro viejo de la capital, unos jóvenes con síndrome de Down te invitan a cruzar su umbral y relajarte en un ambiente luminoso.
Christine Leșcu, 09.11.2022, 10:15
En una tetería de un rincón del centro viejo de la capital, unos jóvenes con síndrome de Down te invitan a cruzar su umbral y relajarte en un ambiente luminoso. Son miembros de la Asociación DownPlus Bucarest y se ofrecen como voluntarios para desarrollar sus habilidades de ayudante de camarero gracias a un proyecto realizado junto con la Dirección General de Asistencia Social de Bucarest, que también puso a disposición el espacio de la tetería.
De Georgeta Bucur, representante de la Asociación DownPlus Bucarest, conocemos los objetivos de este proyecto, que, por ahora, está previsto para un año:
“Es una asociación que hemos creado para ver si nuestros jóvenes con síndrome de Down pueden ejercer nuevos trabajos. Además, también hemos llevado a cabo otros proyectos a través de los cuales tratamos de averiguar qué tipo de trabajo podrían ejercer y cómo podríamos insertarlos de alguna manera en el mercado laboral. (…) Estamos tratando de hacer esto voluntariamente durante un año a partir de ahora y veremos qué sucede en mayo. (…) En este caso, sabremos con certeza cuáles de nuestros jóvenes pueden hacer este trabajo de ayudante de camarero y cuáles no.”
Se optó por el voluntariado y no por la contratación debido a la legislación que no permite que una persona con síndrome de Down reciba tanto una pensión por su condición como un salario. Entonces, en este momento, trabajar en la tetería es, más bien, una oportunidad para aprender y socializar, según nos dice Georgeta Bucur:
“Ellos enfrentan con alegría cualquier desafío. La idea de la tetería realmente los hizo felices (…) y tratamos de cubrir una gama de actividades lo más amplia posible para mantenerlos en un horario activo. Los mantenemos alejados de lo que podría pasar si se quedaran en la casa. Quiero decir que queremos que no suban de peso, que no caigan en tendencias depresivas, por ejemplo, porque ellos no pueden estar solos. Y por eso hemos buscado estas modalidades de sacarlos de la casa y de averiguar si podemos pensar en iniciar un negocio social en el futuro y emplearlos. (…) Seguramente les ayuda también desde el punto de vista médico, les hace felices ser parte de un grupo. Prácticamente, en la asociación se sienten como en familia y disfrutan de cada reunión, independientemente del propósito de la reunión. Ya sea que vengan a la tetería, que hagan actividades deportivas (…) o que vengan a clases de baile, vienen con la misma alegría.”
Entre las 25 personas con síndrome de Down, de entre 18 y 42 años, inscritas en el proyecto, se encuentra Anca Miron, de 39 años, encantada de trabajar en la tetería:
“Atiendo a los clientes en la mesa con té, café, agua y zumo. De verdad me gusta. Me llevo bien con los clientes y les sirvo lo que les gusta. (…) A mí me gusta montar a caballo, pintar. Me gustan los deportes.”
A Călin Marinescu, de 21 años, también le gustan los deportes:
“Soy voluntario aquí. Me gusta servir a las personas y ayudarlas. Pero me gustaría hacer otra profesión en turismo, trabajar en una agencia de viajes o ser hotelero. Me gusta mucho viajar por todo el mundo. (…) Me gustó más en Abu Dabi donde coleccioné muchas medallas en gimnasia. Me llevé dos medallas de oro en caballo con arcos y medallas de bronce en suelo e individual conjunto.”
Además, todos los jóvenes que hacen voluntariado en la tetería SanThe son muy activos e involucrados en diversas actividades como deportes, bailes, música.
Luminita Miron, madre de Anca, y una de las participantes del proyecto, nos ha contado que la mayoría de las veces se trabaja en tándem: padre-hijo:
“Tienen muchas aficiones y habilidades. Además del enorme amor que comparten con todos, porque son muy cálidos, muy acogedores, muy abiertos a todos, trabajan con muy buenos resultados en la gimnasia. El deporte es algo que los motiva y para lo cual realmente tienen habilidades para participar, es cierto, en competencias especiales, pero en todos los aparatos desde gimnasia, patinaje sobre hielo, patinaje sobre ruedas, esquí. (…) Les gusta mucho la música y los bailes folclóricos y modernos. (…) Y no se cansan. Cada vez que se encuentran, son muy felices. Nunca rechazan un desafío.”
Aunque a simple vista parezca un programa exigente, existen recursos para regenerar energía. Luminita Mirón:
“Hay que acompañarlos constantemente, pero cuando vemos lo felices que están y lo bien que se desarrollan y qué habilidades van aprendiendo, ya no nos sentimos cansados Ellos también nos movilizan, nos transmiten su energía y así estamos ahí con ellos y disfrutamos con ellos de cualquier éxito que tengan. (…) Uno encuentra los recursos necesarios porque sabe que su desarrollo afortunadamente no se detiene como estaba previsto al nacer. Ellos siguen desarrollándose y también desarrollan ciertas habilidades. Y luego, como padre, siempre tienes poder para tu hijo.”
Y en este momento, la tetería SanThe del centro viejo está esperando a sus clientes que quieran conocer a los jóvenes con síndrome de Down y charlar con ellos mientras toman una taza de té.
Nuevamente ante los micrófonos de RRI, Georgeta Bucur:
“Nos gusta interactuar con nuestros clientes. Hay gente que viene porque ha oído hablar de este proyecto y está intentando ver de qué se trata. Hay gente que sabe de qué se trata, sabe lo que significa el síndrome de Down y viene especialmente a apoyarnos. Tuvimos la gran alegría de que cruzara nuestro umbral una familia de Iași que prácticamente había venido de visita a Bucarest y optó por dedicarnos dos horas de su agenda de visitas.”
Al final del proyecto, en la primavera del próximo año, la Asociación DownPlus Bucarest espera que los jóvenes aprendan el oficio de ayudante de camarero lo mejor posible y que los posibles empleadores se vuelvan más receptivos hacia ellos.