Un rumano tira una ración de comida al día
Un rumano tira, de media, una ración de comida al día, lo que supone 6000 toneladas de alimentos desperdiciados diariamente en todo el país, según un comunicado de prensa de la Asociación Cadena Alimentaria Corta (ALAS, por sus siglas en rumano). A través de la iniciativa «Trabajadores en Obor» (Gospodari la Obor), ALAS está creando una red informal de personas que no desperdician nada.
Ion Puican, 15.10.2025, 12:13
Cada día, un rumano tira, de media, una ración de comida. Esto supone más de 6.000 toneladas de alimentos desperdiciados diariamente en Rumanía, es decir, 2,5 millones de toneladas al año, lo que equivale a 150 kilogramos de alimentos tirados por cada persona. La Unión Europea ha pedido que estas pérdidas se reduzcan a la mitad para 2030, y Rumanía ya tiene una legislación actualizada para combatir el desperdicio. Según datos europeos, el 54 % del desperdicio alimentario proviene de los hogares, y en Rumanía la tendencia es a la baja: en las zonas urbanas, el desperdicio ha disminuido del 10 % en 2016 al 6,5 % en 2020, con una previsión de solo el 2 % para 2030. Las mayores fuentes de desperdicio son los hogares, seguidos de los restaurantes y las tiendas.
Para cambiar la mentalidad del público, la Asociación Cadena Alimentaria Corta (ALAS, por sus siglas en rumano) ha puesto en marcha el proyecto «Trabajadores en Obor» (Gospodari la Obor). El objetivo es sencillo: crear una comunidad de personas que no desperdicien nada. El proyecto se lleva a cabo en lel mercado Obor y el parque Păsărarilor de la capital e incluye talleres de cocina comunitaria con verduras imperfectas, sesiones de compostaje, visitas guiadas y campañas de educación ecológica. También se instalará un compostador comunitario, para que los restos vegetales sirvan para abonar la tierra. Marius Tudosiei, fundador de ALAS, nos da más detalles sobre el proyecto del mercado Obor:
«¨Trabajador en Obor¨ no surgió así, sin más. Surgió de una necesidad que descubrimos, y esa necesidad está relacionada con la información correcta para ambas partes, tanto para los productores como para los consumidores domésticos. Evidentemente, entre los consumidores también hablamos de restaurantes, y la industria hospitalaria desempeña un papel importante, es decir, tiene un porcentaje significativo en los porcentajes de desperdicio. Las estadísticas hablan de unas seis mil toneladas de comida que tiramos a diario. La situación no es muy buena, pero creo que podemos trabajar para mejorarla siempre que logremos llevar a cabo proyectos educativos basados en nuestra experiencia. Los momentos más graves de desperdicio se producen en el momento de la compra. Desde la perspectiva del consumidor comprador, porque se realizan compras innecesarias».
Marius Tudosiei nos ha hablado también desde su experiencia personal como consumidor, que le llevó a crear el proyecto «Trabajador en Obor» y a instalar un compostador en el mercado.
«Y para darles un ejemplo, cuando hacemos los pedidos para los productos de Navidad y Pascua, que son épocas de gran volumen de ventas, nos basamos en las estadísticas de años anteriores, de modo que, al final, no nos queda casi nada en los estantes. Y la planificación es la clave para reducir al mínimo el desperdicio. Y, por qué no, para lograr cero pérdidas. El proyecto ¨Trabajador en Obor¨ supondría, en última instancia, la instalación de un compostador comunitario. Es un compostador comunitario, educativo, si se quiere. El proyecto ¨Trabajador en Obor¨comenzó como un proyecto de recopilación de información e interacciones. Queremos establecer buenas relaciones con las personas que vienen al mercado, de modo que cuando les propongamos llevar los residuos al compostador, confíen en nosotros».
El proyecto propone educar al público consumidor, pero también a los productores de alimentos.
«Ya existe una práctica que he visto muy bien implantada. Hay zonas con verduras para cocinar, tomates para sopa, cosas de este tipo, que se venden a un mejor precio y creo que esto también ayuda a los consumidores a digerir la información de otra manera y a darse cuenta de que, de hecho, incluso en casa, si tienen verduras que no son tan bonitas o que no están en su mejor momento, podrían utilizarlas con muy buenos resultados. Hemos hablado de la verdadera economía doméstica porque, a pesar de que ahora no es un buen momento para el mensaje ¨volvamos a las cosas de antes y aprendamos de ellas¨. Este es un mensaje que ahora puede parecer dudoso o interpretarse de forma extraña, pero basta con recordar lo que hacían nuestros abuelos y cómo sabían administrar cada recurso que tenían. Si pensamos en estas cosas, nos damos cuenta de que también en un apartamento, en un entorno urbano, se puede adoptar la misma técnica, que es muy buena, ya que reduce los costes y hace que todos los ingredientes que tenemos a mano se aprovechen y se valoricen fácilmente. Un único consejo que doy al consumidor que va a la ciudad, al mercado, a las tiendas, es este: ¨Señores, señoras, hagan una lista, hagan un plan con lo que quieren cocinar y luego hagan la compra según esa lista¨. Y esa lista debe incluir inevitablemente las cantidades».
Con iniciativas como «Trabajadores en Obor» («Gospodari la Obor»), Rumanía da un paso concreto hacia una cultura de responsabilidad y respeto por los alimentos.
Versión en español: Monica Tarău