Desde Rumanía hacia el mundo: Costumbres y tradiciones rumanas de noviembre
En Rumanía, también conocido como «Brumar», Noviembre, el undécimo mes del calendario gregoriano y el último mes de otoño está repleto de tradiciones y costumbres, y los habitantes de los pueblos dividen su tiempo entre el trabajo en el campo y las celebraciones. En algunas regiones, el mes de Brumar también se llama Vinar, porque durante este período se fermentan y filtran los vinos.
Simona Sarbescu, 04.11.2025, 16:00
Tradiciones y costumbres en BRUMAR. Las chicas solteras pueden conocer su destino mirándose en un espejo por la noche.
Entre lo cristiano y lo pagano, noviembre es una encrucijada de tradiciones.
Así, el mes de Brumar llega con una serie de tradiciones, costumbres y supersticiones propias, que sobre todo en las aldeas, se han conservado y se respetan hasta el día de hoy.
La primera semana es conocida por los ancianos del pueblo como la «semana de la Siembra» porque durante esta semana los agricultores aran para la primavera.
La segunda semana de noviembre celebramos a los Arcángeles Miguel y Gabriel, quienes tienen poderes protectores sobre los agricultores y los rebaños de ovejas.
La tercera semana se llama tradicionalmente la «semana de Felipe de Otoño». Se dice que durante esta semana los lobos comienzan a aparearse. La cuarta semana se refiere a la noche de la Epifanía, cuando el cielo se abre y los animales tienen poderes milagrosos. Esta semana también se conoce como la ´´semana de san Andrés´´, de quien se dice que congela el agua y hace crecer el río.
El nombre del mes de noviembre, en latín -Novembris, proviene de la palabra latina novem, nueve, porque noviembre era el noveno mes del calendario romano.
Noviembre comienza el mismo día de la semana que marzo cada año y que febrero, excepto en los años bisiestos.
En el mes de Brumar se celebran tres importantes festividades religiosas: los Santos Miguel y Gabriel (8 de noviembre), la Entrada en la Iglesia de la Madre de Dios (21 de noviembre) y el Santo Apóstol Andrés (30 de noviembre).
El mes de noviembre también incluye otras festividades, de menor importancia, que poseen tradiciones y supersticiones propias que los creyentes respetan con santidad para su protección. El primer día del mes se celebra la fiesta de los santos Damián y Cosme, médicos sin plata; el 11 de noviembre, la fiesta de San Mina (Fiesta de los Ladrones); seguida por la fiesta de los Filipenses y la Cuaresma, el 14 de noviembre.
Tradiciones y costumbres del mes de noviembre de los santos Miguel y Gabriel
Del arcángel Miguel se sabe que es el líder de las huestes celestiales y del arcángel Gabriel que anunció a la Virgen María que daría a luz al Salvador Jesús.
Desde el punto de vista religioso, el mes de noviembre gira en torno a la fiesta de los santos Miguel y Gabriel.
Según la tradición popular, este día marca el límite entre el otoño y el invierno. En la festividad de San Miguel y San Gabriel, los cristianos deben encender una vela y abstenerse de realizar tareas domésticas. Ese día, no se trabaja en el campo, no se lava la ropa, no se cose y se dedica a la oración.
Es costumbre que, el día de San Miguel y San Gabriel o en la víspera, se distribuyan limosnas por las almas de los difuntos. Asimismo, una antigua costumbre dicta que en la fiesta de San Miguel y San Gabriel se encienden velas tanto por los vivos como por quienes fallecieron sin vela o desaparecieron en circunstancias desafortunadas.
En algunas zonas de Transilvania, se hornea un pastel de areti, nombre que reciben los carneros separados de las ovejas. Ese día, los carneros se reúnen con las ovejas y se les lanza el pastel de trigo o maíz horneado. La superstición dice que si el pastel cae con la cara hacia arriba, las ovejas tendrán un buen parto, pero si cae con la cara hacia abajo, tendrán un mal parto.
Se dice que quien trabaje en este día sufrirá en la hora de su muerte hasta que su alma abandone el lugar. Esta es la última gran festividad antes de la Cuaresma, que comienza el 28 de noviembre.
Un día de la primera semana del mes de Brumar, la gente iba al bosque y cortaba algunas ramas de un árbol. Si estaban secas, significaba que el invierno y el verano venideros serían secos. Si estaban húmedas, habría abundantes precipitaciones en esas dos estaciones.
El 21 de noviembre se celebra la Presentación de la Virgen María en la Iglesia. Esta fiesta conmemora la llegada de la Virgen María al Templo acompañada por sus padres, los santos Joaquín y Ana. El sumo sacerdote Zacarías entronizó a la Virgen María en el Santo de los Santos, el lugar más sagrado del Templo. En la tradición popular, la Entrada a la Iglesia de la Madre de Dios también se conoce como la Fiesta de la Luz, Ovidenia, Obrejenia o Vovidenia. Los ancianos dicen los cielos se abren y los animales hablan. Se ofrecen limosnas por los difuntos, y a quienes murieron sin una vela se les enciende una. En esta noche se realizan conjuros e invocaciones y se pueden hacer pronósticos meteorológicos.
El último día de noviembre celebramos a San Andrés Apóstol, quien cristianizó a los rumanos, convirtiéndose así en el protector de Rumanía. La víspera de San Andrés está dedicada a costumbres que brindan protección a personas, animales y hogares, a quienes los campesinos rumanos encomendaban la protección de este santo.
La víspera de San Andrés se considera uno de esos momentos en que desaparece la frontera entre lo visible y lo invisible; es el equilibrio de las estaciones, cuando se cree que el límite entre el mundo de los vivos y el de los muertos es muy permeable, y los ancestros míticos regresan a la Tierra en forma de seres no muertos. Contra estos peligros, el campesino rumano utiliza agheasmă, levístico, mirra, incienso y, sobre todo, ajo, que ahuyenta a todos los seres malignos. Asimismo, la casa, el establo, los gallineros, las puertas y las ventanas se ungen con ajo machacado, con la intención de alejar la entrada de espíritus malignos en personas y animales.
En esta noche, se lleva a cabo la acción más importante: «la custodia del ajo». Jóvenes velan y festejan, precisamente para dotar al ajo de las cualidades necesarias para alejar los peligros. El ajo también servirá como remedio terapéutico; si se lleva en el cinturón, atraerá pretendientes.