Emilia Dobrin, Premio a toda una carrera
Tras recibir el Premio a toda una carrera en la 24.ª edición del Festival Internacional de Cine de Transilvania, la actriz Emilia Dobrin fue galardonada también con el Premio a la Excelencia en el Festival Serile Filmului Românesc (SFR) de Iași, una edición dedicada a las mujeres que dan voz, color y valor al cine, al teatro y a la música.
Corina Sabău, 25.10.2025, 13:15
La actriz Emilia Dobrin fue galardonada con el Premio a toda una carrera en la 24.ª edición del Festival Internacional de Cine de Transilvania y también recibió un Premio a la Excelencia en el Festival Serile Filmului Românesc (SFR, por sus siglas en rumano) de Iași, una edición dedicada a las mujeres que dan voz, color y valentía al cine, al teatro y a la música.
Emilia Dobrin comenzó a aparecer en películas durante sus años universitarios, con papeles en «Animale bolnave» (Animales enfermos, director Nicolae Breban, 1970) y la comedia clásica «Astă seară dansăm în familie» (Esta noche bailamos en familia, director Geo Saizescu, 1971). En esa misma época, entabló amistad con el director Alexandru Tatos, con quien inició una larga colaboración que dio lugar a algunas de sus películas más apreciadas, como «Mere roșii» (Manzanas rojas, 1975), «Rătăcire» (Extravío, 1978), «Secvențe» (Secuencias, 1982) y «Secretul armei secrete» (El secreto del arma secreta, 1988).
Después de 1990, Emilia Dobrin ha seguido explorando diferentes papeles en el cine y formó parte del reparto de películas como «Furia» (La furia, dirigida por Radu Muntean, 2002), «Câinele japonez» (El perro japonés, dirigida por Tudor Cristian Jurgiu, 2013), «Aniversarea» (Aniversario, dirigida por Dan Chișu, 2017). Recientemente, ha vuelto a las pantallas grandes con la multipremiada «El año nuevo que nunca llegó» (dirigida por Bogdan Mureșanu) y la docuficción experimental «Maia – Retrato con las manos» (dirigida por Alexandra Gulea).
La tragicomedia «El año nuevo que nunca llegó», de Bogdan Mureșanu, sigue las vidas de seis personajes que se cruzan justo cuando cae el comunismo. Son personas que buscan la normalidad y el sentido en un mundo marcado por el miedo y lo absurdo. En esta película, la actriz Emilia Dobrin interpreta a Margareta Dincă, cuya casa, situada en el barrio de Uranus, va a ser derribada para construir un nuevo barrio de bloques de pisos. De hecho, es una de las últimas casas que quedan en pie y Margareta tiene la mala suerte de tener que abandonar su hogar poco antes de la Revolución anticomunista de 1989.
Emilia Dobrin habló en RRI sobre los retos a los que se enfrentó con este papel y sobre los encuentros con el público.
«Para mí fue algo extraordinario: fue como un ejercicio de exorcismo. Esa fue la sensación que tuve durante el rodaje y esperaba poder plasmar allí todo el mal que había soportado y todo lo absurdo que había vivido, y hacerlo lo mejor posible. Fue maravilloso que la película tuviera toques de humor, a pesar de que la historia es trágica. Hablamos de una época de la que no he conseguido liberarme del todo, ni siquiera en mis recuerdos. Hubo acontecimientos que me hicieron darme cuenta de que no había superado del todo el miedo y el horror de aquellos tiempos. De todo el reparto, soy la única que vivió todo el periodo del comunismo. Fue muy difícil; también viví la época de Gheorghe Gheorghiu-Dej (el primer líder comunista de Rumanía), así que sufrí los efectos de ese comunismo duro desde el principio».
La caravana cinematográfica dedicada a la promoción de la película «El Año Nuevo que nunca llegó» (Anul Nou care n-a fost), escrita, dirigida y producida por Bogdan Mureșanu, recorrió varias ciudades de Rumanía.
Emilia Dobrin nos contó cómo fueron los encuentros con el público:
«Nunca pensé que llegaría a vivir esta satisfacción y esta alegría. Durante la época comunista, actué en películas muy controvertidas que sólo pudieron proyectarse durante dos o tres días y que no tuvieron la oportunidad de ser mostradas al público en ese momento. Dos de ellas fueron „Secvențe” (Secuencias) y „Secretul armei secrete” (El secreto del arma secreta). Precisamente por eso, tener ahora la oportunidad de conocer a la gente, hablar con las personas y tenerlas tan cerca ha sido maravilloso. Lo que más me emocionó fueron los encuentros con los jóvenes. La reacción de mis nietos significó mucho para mí. Me dijeron que, después de ver la película, se habían asustado mucho al imaginar cómo sería vivir en aquella época; les costaba creer que hubiéramos pasado por algo así. Casi no podían creer que lo que habían visto en la película hubiera sucedido de verdad: que se hubieran derribado casas o que un niño pudiera disfrutar de un estuche de madera o de una naranja. Sin embargo, hubo una pregunta en uno de los encuentros con los estudiantes que no puedo olvidar. Una chica se levantó y me preguntó si consideraba que los rumanos tenían de alguna manera genéticamente impresa esa obediencia ante el totalitarismo. Y, por supuesto, la respuesta fue que no, en ningún caso. Fue una pregunta muy pertinente, pero también muy dolorosa».
Paralelamente a su impresionante carrera cinematográfica, Emilia Dobrin ha demostrado su versatilidad como actriz en decenas de espectáculos teatrales memorables dirigidos por Alexandru Tocilescu, Claudiu Goga, Radu Afrim o Eugen Jebeleanu. En 2016, recibió el Premio UNITER (Unión de Teatro de Rumanía) a la Mejor Actriz Protagonista por su papel de Elena en la obra «Casa cu pisici» (La casa de los gatos), dirigida por Radu Iacoban.
Versión en español: Victoria Sepciu