Rumanía, mi casa: La casa de la infancia, museo de la aldea
Proveniente de una familia de talladores de madera, Ion Pleș, de la aldea de Ieud, distrito de Maramureș, aún hoy talla cruces techadas, como las que se ven en los cementerios locales. Con aprecio por todo lo que le legó su abuelo, "A lui Toderău", como lo apodan, creó un museo local donde presenta todo lo que sus abuelos han coleccionado. Esta es la visita que les proponemos en la actual edición.
Ana-Maria Cononovici, 17.06.2025, 12:46
Tenía el número 729 cuando se construyó en 1835 y, como es costumbre local, llevaba una piedra de río agujereada colgando de la puerta para alejar a los malos espíritus. Es la casa de los abuelos de Meșterul Toderău, como se le llama en la zona. Ion Pleș proviene de una familia de talladores de madera, de Ieud, en el distrito de Maramureș, y sigue tallando cruces con tejado, parecidas a las que se ven en los cementerios locales. En honor a todo lo que le legó su abuelo, «Al lui Toderău», como lo apodan, ha creado un museo de la aldea en el que nos muestra todo lo que coleccionaron sus abuelos.
Es una colección casi tan rica como la del Museo del Monasterio de Bârsana, salvo los iconos, aunque aquí también encontramos algunos pintados ingenuamente sobre vidrio.
El artesano recibe a sus visitantes con entusiasmo, primero en su taller y luego en su casa-museo, y les cuenta la historia de sus abuelos.
«Están en el Museo del Artesano Toderău, ¡bienvenidos! Hago cruces para el cementerio, mesas, sillas… Esta es la casa de mi abuelo y quizá también la de su abuelo. La casa estaba aquí, yo la conservé y la trasladé hasta donde está ahora. Les cuento a grandes rasgos lo que hay dentro: aquí tenemos „meliţa” (herramienta primitiva de madera utilizada en la industria doméstica para limpiar el cáñamo y el lino de las partes leñosas, para recoger la cáscara o para obtener la estopa). En la industria doméstica, se traía el cáñamo del estanque, se remojaba en agua y luego se pasaba por un cepillo para eliminar las cáscaras y así quedaba el núcleo. Aquí, por ejemplo, tenemos las balanzas de madera con las que se pesaba el queso y lo que había que pesar. Aquí se ponía el queso y había una piedra al otro lado para pesarlo. Aquí hay una especie de máquina, una silla para hacer puré de patatas: se ponían las patatas encima y se presionaba desde una posición sentada. Antes se usaban muchas patatas en el pan, porque no había mucho pan de trigo».
Sillas de montar, alforjas para los caballos, cajones de abejas, todos se hacían de cáscaras de paja de centeno, de las que se cortaba directamente el panal y se ponía en la prensa. El artesano Toderău también nos contó que su abuela era una «socăciță», es decir, que cocinaba para los acontecimientos del pueblo, bodas, bautizos o entierros, lo que explica la riqueza de mecanismos que se pueden ver en el hogar. Antes de entrar en la casa te reciben las figuras de poliestireno de los abuelos, vestidos de traje típico.
Ion Pleș añadió:
«Me quedé con la casa y decidí conservar también a mis abuelos. Los vestí con trajes tradicionales, como los que solían llevar. Esta es mi abuela: lleva „opinci” (sandalias tradicionales de piel), „obiele” (pieza de tela o paño con la que los campesinos – a veces también los militares – se envolvían el pie en lugar de calcetines); faldas de cáñamo, abrigo de lana negra, camisa tradicional y un collar (adorno de bolitas multicolores que las mujeres llevaban ajustado al cuello). También llevaba un pañuelo de invierno de lana negra. Así vestían las mujeres casadas y las solteras llevaban pañuelos de colores, como los que hay en la casa. Esta es la bolsa con la que iba de compras. Este es mi abuelo: lleva „opinci” de goma, „obiele” y pantalones de lana. Esta es la bolsa en la que guardaba el tabaco, la pipa, las gafas y las herramientas, que siempre llevaba consigo. Y aquí está el cinturón donde guardaba el dinero. Los ancianos, por ejemplo, sacaban tabaco de la pipa, se lo metían en la boca y lo masticaban sin parar para fortalecer los dientes, como hacía mi abuelo».
Estas personas han llegado a edades superiores a los 90 años, viviendo activamente hasta el último momento, motivo por el cual el abuelo aparece en la imagen en el patio con el bastón de madera de espino.
Más allá de otras historias sobre las costumbres de la época, el artesano Toderău nos mostró también lo que cocinaba su abuela, así como los mecanismos en los que trabajaba el abuelo, todos ellos muy avanzados para la época.
«Esta es la losa en la que se hacían las empanadas. Se hacían empanadas horneadas, no fritas en aceite como ahora. Se untaban con grasa de semillas de calabaza o de cáñamo y se horneaban. En esto se preparaba pan con col, que se metía en el horno, este es el caldero para la „mămăligă” (polenta). Esto es para frotar frijoles machacados. En el interior encontramos las herramientas de trabajo del abuelo. Hacía ruedas de carro, ventanas, puertas, todo tipo de cosas. Este es el torno que se accionaba con el pie, porque en aquel entonces no había electricidad. Estas son trampas para atrapar animales; con ellas, el abuelo atrapó un jabalí en el bosque y puso su mandíbula aquí, en la colección».
En la casa se pueden ver cientos de camisas tradicionales, tanto para hombres como para mujeres, una cuna para bebés, pero también una cuna para muñecas, un andador de madera, un telar, almohadas, una pequeña Biblia que acompañaba al abuelo a todas partes y varios iconos pintados sobre vidrio. También hay vasijas de cerámica de diferentes tamaños y, para terminar, se invita a los visitantes a degustar una copita de „horincă” (bebida alcohólica típica de Rumania, elaborada a base de frutas) o de „afinată” (licor dulce obtenido de la mezcla de jarabe fresco de arándanos con alcohol etílico), en memoria de los laboriosos abuelos que crearon esta granja. Toda la vida de una persona concentrada en unas pocas habitaciones y anexos, donde la vida mantiene el ritmo tranquilo del lugar.
Versión en español: Victoria Sepciu