La miscelánea: Lienzos del alma rumana
El pasado 22 de mayo fue el Día de los Pintores, una ocasión dedicada a todos aquellos que nos muestran el mundo desde otra perspectiva, a través de pinceladas que expresan belleza, verdad, angustia o esperanza.

Brigitta Pana, 16.06.2025, 15:00
Con motivo de esta celebración, les propongo un viaje en el tiempo y en el espacio, por la historia de la pintura rumana, descubriendo a aquellos artistas cuyas obras no solo marcaron la cultura de nuestro país, sino que también han sido aplaudidas en París, Nueva York, Londres, Berlín y más allá. Hablaremos de la vida, el estilo, las pasiones y el legado de pintores como Nicolae Grigorescu, Ștefan Luchian, Victor Brauner, Ion Țuculescu, Adrian Ghenie, y muchos más. Cada uno de ellos es una ventana abierta al alma de Rumanía, pero también al alma humana.
Comenzamos nuestro recorrido con Nicolae Grigorescu, considerado el padre de la pintura moderna rumana. Nacido en 1838, Grigorescu fue uno de los primeros en introducir el impresionismo en Rumanía. Estudió en París, en la Escuela de Bellas Artes, y participó en el famoso Salón de París, exponiendo junto a grandes nombres de la época. Sus obras más conocidas reflejan la vida rural rumana: campesinos, pastores, escenas de campo. Uno de sus cuadros más célebres, “Carreta con bueyes”, representa una escena típica de la vida en el campo, pero con una sensibilidad que trasciende lo meramente documental. El manejo de la luz, la naturalidad del movimiento, hacen de esta obra un verdadero testimonio artístico del alma rumana. Grigorescu también fue pintor de guerra, acompañando al ejército rumano durante la Guerra de Independencia contra el Imperio Otomano, en 1877. Sus bocetos y pinturas de esa época tienen hoy un valor histórico incalculable. En la actualidad, sus obras forman parte de colecciones en Francia, Alemania y especialmente en el Museo Nacional de Arte de Rumanía.
Pasamos ahora a otro gran nombre: Ștefan Luchian, nacido en 1868. A menudo se le llama “el Van Gogh rumano”, tanto por su estilo como por la tragedia de su vida. Aquejado por una esclerosis múltiple que lo dejó paralizado, Luchian continuó pintando hasta el final, atando el pincel a su mano inmóvil. Sus flores —especialmente las anémonas y claveles— son mundialmente conocidas. Obras como “Anémonas en un vaso de cristal” o “Claveles rojos” destacan por su intensidad cromática, su expresividad y su lirismo. Su obra es celebrada en museos de toda Europa, y ha sido objeto de exposiciones internacionales que han revelado la sensibilidad profunda de un artista que encontró en la pintura su única manera de resistir al dolor.
De lo lírico pasamos a lo enigmático. Victor Brauner, nacido en 1903 en Piatra Neamț, es uno de los nombres rumanos más importantes del surrealismo internacional. En París, Brauner se unió al círculo de André Breton y Salvador Dalí. Sus obras, marcadas por el simbolismo, el misticismo y la exploración del inconsciente, reflejan un universo onírico muy personal. Uno de sus cuadros más famosos, “Autorretrato con ojo arrancado”, resultó profético: años más tarde, Brauner perdería un ojo en una pelea. Sus obras están presentes hoy en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el Centre Pompidou de París y otras instituciones de prestigio. Brauner representa la conexión entre Rumanía y las vanguardias europeas del siglo XX, demostrando que el arte rumano no solo fue receptor, sino también generador de nuevas formas de expresión.
Ion Țuculescu es, quizá, uno de los pintores más inclasificables de la historia rumana. Nacido en 1910, médico de profesión, Țuculescu desarrolló una pintura llena de colorido, con fuertes influencias del arte popular rumano, pero también del expresionismo y la abstracción. Su obra se divide en varias etapas, pero la más apreciada internacionalmente es la de los años cincuenta y sesenta. Sus cuadros como “Composición con elementos populares” o “Signos solares” combinan símbolos arcaicos, motivos folclóricos y una expresividad plástica única. Aunque durante su vida fue poco valorado, tras su muerte en 1962, la crítica comenzó a reconocer la originalidad y profundidad de su obra. Hoy, Ion Țuculescu es considerado un pionero de la modernidad pictórica en Europa del Este.
Y llegamos al presente con Adrian Ghenie, probablemente el pintor rumano más cotizado y reconocido internacionalmente en la actualidad. Nacido en 1977 en Baia Mare, Ghenie ha sabido mezclar la historia, la política y la memoria colectiva con un estilo pictórico que recuerda al expresionismo, pero que es completamente original. Sus obras se han vendido por millones en subastas internacionales y han sido expuestas en la Bienal de Venecia, en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles y en la Royal Academy de Londres. Cuadros como “The Fake Rothko”, “Pie Fight Interior” o “The Sunflowers in 1937” no solo muestran una maestría técnica impresionante, sino también un comentario crítico sobre la historia reciente de Europa, el totalitarismo y la reconstrucción del pasado. Ghenie representa la nueva cara del arte rumano: cosmopolita, profundo, provocador. Además de los grandes que acabo de mencionar, hay otros nombres que merecen un lugar en esta galería: Corneliu Baba, conocido por sus retratos psicológicos. Sabin Bălașa, con su estilo cósmico y muralismo futurista. Theodor Pallady, que vivió entre Bucarest y París y cuya obra se inscribe entre el clasicismo moderno y el simbolismo. Cada uno de ellos, a su manera, ha contribuido a formar la identidad visual de Rumanía y a proyectarla al mundo.
El arte, como el alma de un pueblo, no conoce fronteras. Y los pintores rumanos han demostrado que, a través del color, la forma y la emoción, se puede hablar un idioma universal. Los pintores no solo registran lo que ven, sino lo que sienten. Y Rumanía, a través de su historia agitada y su riqueza cultural, ha dado al mundo artistas que transforman el dolor en belleza, el silencio en expresión. Desde la luz cálida de Grigorescu hasta las visiones surrealistas de Brauner y las inquietantes imágenes de Ghenie, el arte rumano sigue sorprendiendo, emocionando e inspirando.