El mărţişor. Tradición, arte o producto para vender
Hace mucho tiempo que los jóvenes se atan a la muñeca un hilo trenzado rojo y blanco en señal de amor.
Ana-Maria Cononovici, 05.03.2024, 12:58
Hace mucho tiempo que los jóvenes se atan a la muñeca un hilo trenzado rojo y blanco en señal de amor. Paulatinamente, al hilo trenzado se le han añadido colgantes de gran variedad de diseños. Desde 2017, la tradición del mărţişor está inscrita en la Lista del Patrimonio Inmaterial de la UNESCO tras la presentación de un expediente multinacional por Rumanía, la República de Moldavia, Bulgaria y Macedonia del Norte, países donde existe esta antigua celebración.
A finales de febrero y principios de marzo, en las zonas de compras más populares de las principales ciudades de Rumanía, los fabricantes de mărțișoare tienen la oportunidad de vender sus productos que se ofrecen a las señoras y señoritas al comienzo de la primavera.
Un año más, el Museo Campesino Rumano de Bucarest organizó la Feria del Mărţişor. Hablamos con varios creadores y comerciantes de mărțișoare sobre este tema con el fin de descubrir si el mărțișor sigue siendo una tradición o es una costumbre y un producto para vender. Teodore Adrian Negoiță de Bârlogeni, distrito de Mehedinți, participó en la feria de la capital y nos contó:
«Traje mărțișoare con forma de cucharas miniatura, adornadas con motivos folclóricos rumanos y una palabra rumana porque me parece muy bonito utilizar nuestro idioma antes que otros idiomas que hablamos. Quise que el mărțișor fuera un recuerdo con motivos tradicionales y una palabra rumana. Otro motivo que utilizamos para la feria de este año es el zapato campesino miniatura, también con una palabra rumana y varias formas de atarlas. Están hechos a mano y al final se meten en un sobre para regalar. El tercer modelo que preparamos son las cruces con mensajes que explican el nombre de la cruz y su historia. Es básicamente una iniciación al arte tradicional rumano y a la vida de la aldea».
Teodore Adrian Negoiță nos habló de cómo asume el papel de guardián de la tradición:
«La preservación de la tradición depende de nosotros, así que cada uno debe hacer lo que le corresponde y volver a los orígenes. Por ejemplo, mis mărțișoare no tienen ningún sistema de cierre porque así es como se hacía antes. Lo dicen incluso los clientes mayores: «¡mi abuela lo hacía así! Cosido a la ropa o atado a la muñeca. Estos son los tradicionales»».
Panaitescu Ioana, representante de la marca Pasărea Măiastră Design, nos habló de la diversificación de los modelos:
«He venido a la feria para exponer mis piezas, la nueva colección que está inspirada principalmente en la cultura japonesa. Tenemos broches inspirados en las muñecas tradicionales japonesas, llamadas Kokeshi. Las originales son de madera, pero las nuestras son de porcelana pintadas a mano con detalles de oro y platino y cocidas a 1220 grados. El proceso es complejo y dura unas dos semanas. Es una tradición japonesa combinada con la rumana. También es una fuente de ingresos».
Ruxandra Berde de la marca Zuluf nos dijo:
«Hacemos mărțișoare y broches durante todo el año y los vendemos en librerías y floristerías. La gente busca objetos bonitos para regalar y estos se pueden utilizar todo el tiempo. La gente se los pone en las mochilas y en la ropa y suelen ser representativos porque son símbolos con los que uno se identifica. Por ejemplo, representan una afición, una pasión o un animal favorito. Es cierto que hemos diversificado los modelos de nuestros mărțișoare, quizá por el deseo de hacer algo un poco más universal y que permanezca más allá del 1º de marzo, porque si sólo hacemos florecitas o mariquitas estos solo se llevan un día y nosotros queremos hacer algo que tenga una finalidad más útil. Se venden muy bien, sobre todo en esta feria, porque es una feria conocida que tiene tradición».
Răzvan Supureanu, de alelieruldecarte.ro, nos dijo que sus mărțișoare reinterpretados han dado origen a muchos proyectos hermosos:
«En realidad es el «Taller del Libro» donde realizamos papel hecho a mano, impresión manual, encuadernación, y, en primavera, hace muchos años que creamos el mărțișor cultivable. Es papel reciclado a mano en el que insertamos semillas que se pueden plantar. Se colocan en el suelo, se cubren con una capa muy fina de tierra y se cuidan como cualquier semilla».
El patrimonio inmaterial incluye tradiciones, expresiones orales, prácticas sociales y rituales. Rumanía cuenta actualmente con varios elementos inscritos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: El ritual del Căluş, La doina, La cerámica artesanal de Horezu, Colindat (ronda navideña de grupos de hombres jóvenes), La trashumancia (desplazamiento estacional de rebaños), Tradiciones de cría de los caballos lipizzanos, El arte de la blusa tradicional con bordado en los hombros (altiţă), Prácticas culturales vinculadas al 1º de marzo, La artesanía tradicional de tapices murales, Las danzas de muchachos.
Versión en español: Victoria Sepciu