La Catedral Nacional
En 2025, la Iglesia Ortodoxa Rumana ha concluido un proyecto grandioso concebido hace más de 140 años. Desde entonces, tanto la Iglesia Ortodoxa como la propia Rumanía han atravesado grandes momentos históricos que han influido en todo lo que ha significado la relación con este imponente edificio.
Steliu Lambru, 03.11.2025, 12:37
La modernización de la sociedad rumana, iniciada en los años 1800, había llegado, en los últimos veinticinco años del siglo XIX, al punto de la independencia del Estado, en 1877, y al de la proclamación del reino, en 1881. La Iglesia participaba también en esa dinámica de modernización en todos los ámbitos, lo que incluía la construcción de nuevos templos. Tradicionalmente, las iglesias ortodoxas, confesión mayoritaria entre los rumanos, eran de dimensiones reducidas, incluso en las ciudades. La idea de catedral procedía del ámbito occidental católico y protestante y se remonta a la Edad Media, a lo que historiadores como Georges Duby denominaron “el tiempo de las catedrales”. Así, la modernización del espacio rumano y la conexión de la espiritualidad local con el mundo occidental implicaron también levantar templos de gran tamaño. La monarquía rumana, de origen alemán, introdujo numerosas ideas y corrientes de Occidente, de modo que la aparición de espacios religiosos más amplios que los conocidos por los rumanos se percibió como algo natural. Así nació la idea de una catedral nacional ortodoxa que representara a todos los rumanos.
El 26 de octubre de 2025, la Catedral Nacional apareció como una realidad completa en el paisaje urbano de Bucarest. A la consagración de su pintura asistieron las más altas jerarquías eclesiásticas y representantes del Estado. Junto al historiador Ionuț Biliuță repasamos los procesos que marcaron la idea de levantar un edificio monumental en un país mayoritariamente ortodoxo.
“La idea de la Catedral Nacional – no utilizaré el nombre de Catedral de la Salvación de la Nación- aparece hacia finales del siglo XIX en la Casa Real de Rumanía, concretamente con el rey Carlos I. Por primera vez, la idea de una catedral nacional se recoge en un proyecto de ley presentado por el rey Carlos I en 1884 ante la Cámara legislativa. La ley asignaba cinco millones de lei oro para la construcción de una catedral nacional en Bucarest, suma que representaba entonces alrededor del 5% del presupuesto del Reino de Rumanía, una cantidad enorme para la época. En 1891, el Gobierno encabezado entonces por el general Ioan Emanuel Florescu organizó incluso un concurso internacional de proyectos. Con el paso del tiempo, la iniciativa quedó en suspenso. Solo en 1900 se retomó el tema. Esta vez, el ministro de Cultos, Constantin Istrate, propuso al Santo Sínodo asumir la responsabilidad de la construcción y financiarla con fondos propios y suscripciones públicas.”
La Primera Guerra Mundial impulsó la idea de una catedral nacional. El surgimiento de Rumanía Grande, gracias al sacrificio de varios cientos de miles de rumanos, otorgó aún mayor carga simbólica al proyecto. Ionuț Biliuță.
“Tras la Gran Unión de 1918, quien retoma, junto al rey Fernando, la iniciativa de una catedral nacional es el metropolitano de entonces, que había sido obispo de Caransebeș, Miron Cristea. En respuesta a una petición del rey Fernando dirigida al Santo Sínodo el 10 de mayo de 1920, intenta levantar en Bucarest una iglesia monumental destinada a ser la catedral nacional. Ese momento de 1920 marca también el origen de la idea de la Catedral de la Salvación de la Nación. No se trata de la salvación literal de la nación; existe una confusión frecuente en el espacio público y en la prensa. Aquí, la ‘salvación’ alude tanto a las campañas militares de 1877, que condujeron a la independencia y a la formación del Reino de Rumanía en 1881, como a la realización del ideal de Rumanía Grande y la liberación de los rumanos del dominio de los antiguos imperios. Otro paso importante llegó en febrero de 1926, en una sesión del Consejo Nacional Eclesiástico. Para entonces, el Patriarcado rumano ya estaba constituido. En diálogo con el Ayuntamiento de la capital, se buscaba un emplazamiento adecuado. En 1929, Miron Cristea fijó el lugar de la futura catedral al pie de la Colina del Patriarcado de Bucarest. Sin embargo, debido a las dificultades de la Segunda Guerra Mundial y, antes, a la crisis económica de finales de los años veinte y comienzos de los treinta, el proyecto quedó suspendido sine die.”
La historia volvió a imponer obstáculos. Tras 1945, el régimen comunista, profundamente hostil a la religión y perseguidor de esta, no contempló una construcción similar. Tras su caída en 1989, la idea reapareció. Ionuț Biliuță.
“El proyecto se retomó en febrero de 1995 con el patriarca Teoctist, quien propuso construir una catedral ortodoxa en Bucarest tanto a las autoridades centrales como a otras instituciones del Estado. El 5 de febrero de 1999 incluso eligió un emplazamiento y bendijo una cruz en el parque de la Plaza Unirii. Con el tiempo, ese lugar se descartó por razones urbanísticas y topográficas. La elección del emplazamiento actual correspondió al Ayuntamiento de Bucarest, que, en una decisión del 16 de febrero de 2005 – con el visto bueno del Patriarcado-, determinó que el lugar idóneo para la catedral nacional era la Colina del Arsenal, donde se levanta hoy.”
La Catedral Nacional está hoy en pie y muchos la consideran un nuevo comienzo. Para el ciudadano del siglo XXI, es un edificio con pasado y vocación de perdurar en el tiempo.
Versión en español: Valeriu Radulian