Los monasterios rumanos bajo patronazgo oriental
Desde la segunda mitad del siglo XVI hasta la segunda mitad del siglo XIX, los monasterios ortodoxos de Valaquia y Moldavia estaban dedicados al Monte Athos. Esta dedicación significaba que todos los bienes que poseían los monasterios de los Países Romanos, así como los beneficios que obtenían de sus propiedades y actividades económicas, pertenecían a las comunidades athonitas.
Steliu Lambru, 24.11.2025, 12:09
En la historia eclesiástica de los territorios rumanos existió, desde el siglo XVI hasta comienzos del XIX, la práctica de poner monasterios bajo patronazgo oriental. La “închinare” era, en términos actuales, una donación plena. Príncipes y grandes boyardos rumanos cedían a instituciones monásticas cristiano ortodoxas de Oriente monasterios situados en Valaquia y Moldavia, junto con todos sus bienes. De este modo, 220 establecimientos monásticos pasaron al patronazgo del Monte Athos, del Santo Sepulcro de Jerusalén, del Patriarcado de Alejandría, del monasterio de Santa Catalina del Sinaí y de otros centros monásticos. De ellos, 130 se encontraban en Valaquia y 90 en Moldavia.
Tudor Dinu es profesor de la Universidad de Bucarest y autor de un volumen dedicado a los monasterios puestos bajo patronazgo.
“Yo también pensaba que los rumanos pusieron estos monasterios bajo patronazgo, ante todo, para ayudar a los hermanos de fe que vivían bajo dominio musulmán. Pero, al mirar las cifras, me di cuenta de que el motivo principal, entre los doce que analizo, es la quiebra de nuestros monasterios. Cuando entraban en bancarrota, se llamaba a administradores competentes del extranjero. Para mí fue una sorpresa. Las razones son muchas, incluidas las visitas de personalidades del Oriente cristiano que fascinaban a los boyardos rumanos.”
La investigación documental de un periodo tan amplio, tres siglos, trae consigo varias sorpresas.
“He seguido todo el ritual de las ‘închinări’ y de las ‘dezînchinări’, porque también hubo retiradas de patronazgo. He visto cesiones hechas con plena convicción y otras abusivas. He comprobado, además, algo que no esperaba: el momento de mayor intensidad no coincide con la época fanariota. Se sitúa entre 1620 y 1635 en Valaquia y entre 1665 y 1680 en Moldavia. Hay bastantes casos en los que los fanariotas se oponen a estas cesiones. Intentaban mantener un equilibrio frágil con los círculos locales de poder. Hacia 1800 ya no querían nuevas ‘închinări’ que les atrajeran enemigos.”
Tudor Dinu examinó a las comunidades de los monasterios bajo patronazgo y los patrimonios que administraban.
“Al estudiar la vida monástica llegué a la conclusión de que, a diferencia de los monasterios locales, los monasterios bajo patronazgo tenían muy pocos monjes. Las estadísticas indican que la mayoría contaba con uno o dos – griegos, por supuesto. Existían también comunidades mixtas, aunque menos relevantes. Un monasterio con cinco, seis o diez monjes era enorme. Frente a ese número mínimo de religiosos hay que colocar la enorme variedad de propiedades que tenían. No solo fincas y viñedos, sino también ciudades enteras. Hubo ciudades que pertenecían íntegramente a un monasterio. La actual capital de la República de Moldavia, Chisináu, perteneció por completo al monasterio de Galata y al Patriarcado de Jerusalén. Botoșani fue donado íntegramente por un fanariota al Patriarcado de Antioquía a través del monasterio de San Nicolás Popăuți. Había además tabernas, casas, lo que hoy llamaríamos pozos de petróleo, canteras, cafeterías, baños turcos, posadas. En conjunto, estos monasterios funcionaban como auténticos grupos de empresas. Un abad que estaba solo, o con dos ayudantes, debía sostener una gestión agotadora. Por eso, los abades se ocupaban en muy gran medida de la administración. Allí donde había tan pocos monjes, no quedaba tiempo para la actividad cultural. Esa actividad existió, naturalmente, en Cotroceni y en Văcărești, donde las comunidades eran más amplias. Pero predominaban las tareas espirituales y económicas.”
Detrás de los ingresos que generaban los bienes de estos monasterios estaba el trabajo de otras personas. Tudor Dinu:
“Más allá de los monjes y del abad – que hoy llamaríamos el CEO de una gran compañía – aparecen quienes realizaban el trabajo real en los monasterios. Había dos categorías. Estaban los llamados ‘poslușnici’ o ‘scutelnici’, que la mayoría de las veces no eran locales, porque eso habría significado pérdidas para las finanzas del Estado. Eran extranjeros. En Valaquia provenían sobre todo de los Balcanes, cristianos balcánicos, aunque también hubo ‘scutelnici’ húngaros. En Moldavia llegaban no solo de los Balcanes, sino también de la zona de la actual Ucrania, hacia Rusia y Galitzia. A menudo estaban especializados según el perfil del monasterio: si se encontraba en una zona vitivinícola, muchos eran viñadores; si tenía numerosos colmenares, eran apicultores. Otros tenían oficios más raros: en Trei Ierarhi encontramos incluso a un traductor, un intérprete, como se decía entonces.”
Los monasterios bajo patronazgo contaban también con esclavos, cuyo estatuto variaba según la época y el propietario. Tudor Dinu:
“Existían asimismo gitanos esclavos. A veces, los grandes monasterios como Cotroceni o Radu-Vodă tenían varios cientos de personas. Se consideraba ‘hogar de gitanos’ a un hombre con su amplia familia, que cargaban con el peso de los trabajos y vivían bajo un régimen que a menudo les empujaba a huir. Por desgracia, muchas veces los abades preferían obtener innumerables órdenes de búsqueda en lugar de ofrecer mejores condiciones que les hicieran quedarse. A menudo no tenían una especialización clara, pero había oficios interesantes. Junto a los tradicionales – herrero, calderero, ladrillero, tallador de cucharas – había muchos gitanos cocineros, músicos y cocheros.”
En 1863, durante el reinado del príncipe Alexandru Ioan Cuza, con el respaldo de toda la clase política, el Estado rumano secularizó la totalidad de los bienes de los monasterios bajo patronazgo oriental.
Versión en español: Valeriu Radulian