22 de diciembre de 1989 o el Primer Día
Después de casi una semana de grandes protestas, que empezaron la tarde del 15 de diciembre de 1989, el 22 de diciembre el régimen de Nicolae Ceaușescu ya no existía. Pocos después de las 12 del mediodía, el dictador, su esposa y algunos allegados huyeron en helicóptero desde el edificio del Comité Central del Partido Comunista Rumano, sede del poder durante 45 años.
Steliu Lambru, 22.12.2025, 18:11
La salida de escena del régimen de Ceaușescu se saldó con aproximadamente 1.200 muertos en todo el país. Dejó tras de sí una sociedad aturdida por lo que había sucedido durante décadas y por lo que debía hacer a partir de entonces. El 22 de diciembre de 1989 fue el primer día de la libertad y todo tenía que reconstruirse: la economía, la sociedad, el Estado, las leyes, la cultura, la educación. Era una tarea extremadamente difícil y la parte más dura era enfrentarse al pasado y al camino a seguir para construir el presente y el futuro. Se consumió una enorme cantidad de energía social en los 36 años transcurridos desde el primer día, cuyas huellas se ven hoy en día.
El filósofo Gabriel Liiceanu intentó responder a la pregunta de por qué fue tan complicado enfrentarse al pasado. ¿Por qué tuvieron que pasar los rumanos por esta dura prueba de mirar dentro de sí mismos, evaluar sus decisiones y valorar las decisiones de las generaciones anteriores?
«¿Por qué es necesario enfrentarse al pasado? Es un tema complicado y delicado. Porque requiere matices y porque han pasado 35 años. Es importante enfrentarse al pasado porque, de las tres dimensiones del tiempo, pasado, presente y futuro, desde mi punto de vista, el pasado es la más importante. Esto se debe a que es el tiempo fundacional de cualquier ser, de cualquier individuo humano y de cualquier pueblo. Por lo tanto, querer comprender el presente y construir el futuro olvidando, ignorando lo que se ha depositado en tu ser como base previa es totalmente imposible. Refiriéndonos a la vida de cada uno de nosotros, diría que cada uno de nosotros somos las capas de tiempo que la vida ha depositado en nuestras neuronas para constituir nuestro yo. Llevamos con nosotros los años de la infancia, la adolescencia, la juventud, todo lo que hemos vivido en esos años, nuestra experiencia hasta el día de hoy. Somos, permanentemente, lo que hemos sido. El pasado no es lo que ha pasado y ya no tiene importancia. El pasado no pasa, es la dimensión que permanece y no la que pasa, y que nos funda».
Muchos rumanos han intentado huir del pasado. La presión era demasiado grande y el recurso a la historia no sirvió para aclarar lo que había que hacer, sino que, por el contrario, complicó aún más las decisiones. Gabriel Liiceanu.
«El conjunto de capas que se han ido superponiendo a lo largo de la historia es la clave de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro deseo de construir un futuro. Nosotros, los rumanos, con nuestros libros de texto, hemos reinventado nuestra historia en diferentes momentos, según nos ha convenido. Ha sido objeto de deformaciones que convenían a uno u otro régimen político. En cualquier caso, el comunismo fue un maestro en maquillar el pasado y lo remodeló según le convenía a un líder, a un secretario del partido u otro. No hemos llegado a conocer nuestro pasado, lo hemos rebautizado constantemente según las circunstancias, lo hemos conocido mal o simplemente lo hemos ignorado. Y, al no conocerlo, corremos el riesgo de volver a sus formas más desagradables».
Mirar hacia uno mismo siempre es un buen enfoque. Y enfrentarse al pasado aporta más claridad al pensamiento y explica por qué una sociedad tuvo que pasar por lo que pasó. Gabriel Liiceanu.
«Si se plantea la cuestión de una confrontación con el pasado, entonces la expresión del comunismo «la pesada herencia» dice mucho. Era la pesada herencia que nos había dejado la burguesía terrateniente y nosotros, el régimen comunista, tendríamos que luchar contra esta pesada herencia, deshacernos de ella y sustituir algo espantoso por esplendor, felicidad y un futuro brillante. «La pesada herencia» era la expresión más hipócrita posible. Lo espléndido es que, después de 1990, nos tocó la pesada herencia. Porque lo que nos dejaron los que pasaron al otro lado de la historia, Iliescu con todos los miembros del partido comunista con los que pasó al otro lado, con todas las estructuras administrativas, políticas y represivas de la época de Ceaușescu, nos dejó la herencia más pesada. Es la estructura represiva, abusiva y arbitraria de lo que significó el régimen comunista. Simplemente pasó al otro lado todos los vicios y costumbres del régimen anterior. En estas circunstancias, fue imposible enfrentarse al pasado, porque es difícil imaginar que se pueda pedir a quienes repiten el pasado comunista, disfrazándolo con ropajes nuevos, que se juzguen a sí mismos. No hemos vivido esta lustración y este enfrentamiento con el pasado porque los malhechores no se juzgan ni se condenan a sí mismos como malhechores en este mundo».
El 22 de diciembre de 1989, o el Día Primero, forma parte tanto de la antigua Rumanía como de la nueva Rumanía. Es el final de las decisiones de las generaciones pasadas y un momento fundacional para las elecciones de las generaciones venideras.
Versión en español: Monica Tarău