El juicio de Nicolae y Elena Ceauşescu
Uno de los momentos más impactantes de la Revolución rumana de diciembre de 1989 tuvo lugar el 25 de diciembre, día de Navidad. Fue entonces cuando se llevó a cabo el juicio, la sentencia de muerte y la ejecución del líder comunista Nicolae Ceauşescu y su esposa, culpables de la muerte de más de 1100 personas entre el 16, 17, 21 y 22 de diciembre, hasta el 25. El controvertido juicio debería haber sido el momento del renacimiento de una nueva época, del renacimiento de una sociedad traumatizada durante 45 años por abusos y privaciones de todo tipo.
Steliu Lambru, 29.12.2025, 17:17
El juicio de los Ceauşescu, como se le denominó posteriormente, adquirió una trascendencia que los rumanos de hoy recuerdan con repugnancia. La prisa con la que los dos Ceauşescui fueron juzgados y ejecutados, y la consiguiente política poscomunista, hicieron que el juicio se convirtiera en lo contrario de lo que debería haber sido: un hito de nostalgia en lugar de un sentimiento de alivio, y de furioso recuerdo del inicio de la nueva democracia rumana en lugar de una evocación luminosa. El historiador y politólogo Ioan Stanomir, de la Universidad de Bucarest, cree que el desarrollo y las consecuencias del juicio a Ceauşescu del 25 de diciembre de 1989 no fueron más que extensiones de la práctica legal del comunismo y de la relación de la mentalidad colectiva con el período que acababa de concluir.
“Fue un ajuste de cuentas que recordaba a los juicios leninistas-estalinistas, por un lado, y a la forma en que se ejecuta a los dictadores caídos en el África subsahariana. No tenía nada en común ni con la idea de legalidad ni con la idea de confrontar el pasado. Lo que este falso juicio, esta farsa, logró fue relegar a un segundo plano la idea de confrontar el pasado y asumirlo. Nicolae Ceauşescu desempeñó el papel de chivo expiatorio, por usar la terminología clásica de la política, y como chivo expiatorio permitió que el resto de la nación se exonerara al culpar de todo a Nicolae Ceauşescu. Ese juicio presentó varios problemas delicados. En primer lugar, la clasificación legal de Nicolae Ceauşescu fue una clasificación fantasiosa. Y en segundo lugar, es irrelevante juzgarlo desde la perspectiva de las exigencias del Estado de derecho, ya que ese juicio incluyó el fondo, la apelación y la restitución en una sola instancia. Fue un tribunal revolucionario; esta es la fórmula que lo resume. Un tribunal revolucionario que me recuerda a las troikas que organizó la CEKA durante el Terror Rojo.”
Muchas opiniones después del 25 de diciembre de 1989 afirmaban que se debería haber organizado un verdadero juicio contra Nicolae Ceauşescu. Le pregunté a Ioan Stanomir si, en las condiciones revolucionarias de la época, podían organizar un juicio justo diferente del que se celebró.
”¿Podría haber sido diferente la nación rumana en 1989? ¿Podría haber sido diferente el Estado rumano en 1989, salvo que se tratara de un grupo de bandidos que se liquidaban entre sí? Si hubiera sido diferente, el comunismo rumano habría sido diferente. El juicio a Ceauşescu es la última obra del régimen de Ceauşescu. Logró transformar el Estado en un grupo de asesinos y cómplices, y estos asesinos y cómplices liquidaron a su líder. Nicolae Ceauşescu es responsable no de genocidio en la terminología del derecho internacional, sino de organizar y coordinar un régimen ilegítimo y criminal, para usar la terminología oficialmente adoptada por el Estado rumano. Por lo tanto, ¿qué habría hecho un país decente con Nicolae Ceauşescu? Le habría ofrecido lo que él negó a otros por ser comunista: un juicio justo del que, probablemente, habría salido condenado a cadena perpetua o a la pena de muerte. No cuestiono la razón. «No es… No se trata del castigo, sino de cómo se impuso. En otras palabras, Nicolae Ceauşescu habría sido condenado de todos modos por un tribunal decente a una larguísima pena de prisión..”
El juicio a los Ceauşeşti fue el momento en que los rumanos deberían haber mirado a los ojos al poder que los había humillado y ridiculizado durante 45 años. Debería haber sido un momento de verdad y un ajuste de cuentas con un período de pesadilla. Pero no lo fue. Ioan Stanomir.
«Es el acto mediante el cual no logramos separarnos del comunismo. Esa misma ejecución demuestra la profunda continuidad entre el régimen comunista y el régimen de Iliescu. Ion Iliescu es la expresión de un intento de los rumanos de separarse sin separarse. Un intento típico de las sociedades poscomunistas por preservar una inocencia que ya no poseen. Todos aquellos que pasaron por el comunismo ya no son inocentes. Ya sean víctimas, verdugos o pertenecientes a la masa gris de quienes estaban «bajo los tiempos». Los regímenes totalitarios roban la inocencia de las personas. Y creo que esta es la principal manera de comprender la compleja relación de los pueblos de Europa del Este y los pueblos de la Unión Soviética con el comunismo. El comunismo es una camisa de Nessus que se te pega y, en cuanto quieres quitártela, te quema».
El 25 de diciembre de 1989 es un día en el que se unen la nostalgia, la frustración por la insatisfacción y la sensación de un destino implacable. El fantasma de Ceauşescu todavía hoy persigue a Rumanía a través del recuerdo de un proceso indigno, pero típico de su época.
(versión española: Simona Sarbescu)