Personalidades destacadas de la Gran Rumanía
El Acta de la Gran Unión del 1 de diciembre de 1918 fue posible gracias a los esfuerzos de toda la sociedad rumana, tanto de la élite como de la ciudadanía. Entre los grandes hombres de la Gran Rumanía, que formaban parte de la élite de entonces, se encontraba el cardenal greco-católico Iuliu Hossu, quien leyó los documentos de la Asamblea Nacional de Alba Iulia.
Steliu Lambru, 01.12.2025, 09:24
El 1 de diciembre de 1918, en Alba Iulia, miles de rumanos aprobaron el acta de unión con el Reino de Rumanía. Con este voto, Transilvania, Banato, Bucovina, Besarabia y el Reino de Rumanía sentaron las bases del Reino de la Gran Rumania.
El archivo del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana posee un documento sonoro muy especial. Se trata de la voz del cardenal Iuliu Hossu, obispo greco-católico en aquel entonces, quien leyó las resoluciones de la Asamblea a la multitud reunida en Alba Iulia.
Mártir y superviviente de las cárceles comunistas, Iuliu Hossu nació en 1885 y falleció en 1970. El documento resume las aspiraciones políticas, económicas, sociales y cívicas de los rumanos de la época. La grabación se realizó en secreto en 1969, un año antes del fallecimiento de esta importante figura de la nación rumana. Para el cardenal Hossu, la dimensión religiosa fue la contribución más importante a este grandioso acto.
«¡Hermanos! Ha llegado la hora del cumplimiento. Cuando Dios todopoderoso, a través de su pueblo fiel, proclama su justicia, sedienta desde hace siglos. Hoy, por nuestra decisión, se hace realidad la Gran Rumanía, una e indivisible, y todos los rumanos de estas tierras proclaman felices: „¡Nos unimos para siempre a la madre patria, Rumanía!”. Yo, siervo de Dios, obispo Iuliu Hossu de Cluj-Gherla, he pronunciado estas palabras con voz más baja, pero con amor en tu amor y en tu misericordia, Señor, que derrames sobre nuestro pueblo y nuestra tierra, y los protejas de todo peligro. Para que se eleve en justicia y verdad».
Las palabras de Iuliu Hossu, un clérigo y político de gran peso, reflejaban los deseos de todos aquellos que creían en la fundación de la Gran Rumanía.
«La Asamblea Nacional de todos los rumanos de Transilvania, Banato y el País de los Húngaros, reunida a través de sus representantes legítimos en Alba Iulia el 1 de diciembre de 1918, decreta la unión de estos territorios con Rumanía. La Asamblea Nacional proclama, en particular, el derecho inalienable de la nación rumana sobre todo el Banato situado entre los ríos Mureş, Tisa y Danubio. La Asamblea Nacional otorga a estos territorios una autonomía provisional hasta la celebración de la Asamblea Constituyente, basada en el voto universal. En relación con esto, como principios fundamentales para la constitución del nuevo Estado rumano, la Asamblea Nacional proclama lo siguiente: plena libertad nacional para todos los pueblos cohabitantes; cada pueblo se instruirá, administrará y juzgará en su propia lengua, a través de individuos elegidos de entre sus miembros. Cada pueblo tendrá derecho a estar representado en los órganos legislativos y en el Gobierno del país en proporción al número de personas que lo componen. Se garantizará la igualdad de derechos y la plena libertad autónoma para todas las confesiones religiosas del Estado. Se llevará a cabo la plena realización de un régimen democrático limpio en todos los ámbitos de la vida pública, con sufragio universal, directo, igualitario, secreto y proporcional por municipios para ambos sexos a partir de los 21 años en la representación municipal, provincial o parlamentaria. Habrá libertad total de prensa, asociación y reunión, y se permitirá la libre propaganda de todas las ideas humanas. Se llevará a cabo una reforma agraria radical con el registro de todas las propiedades, en especial las grandes. Se hará posible que el campesino tenga una propiedad, al menos lo suficiente para que él y su familia puedan trabajar. El principio rector de esta política agraria es, por un lado, la nivelación social y, por otro, el aumento de la producción. Los trabajadores industriales tendrán los mismos derechos y beneficios legislados en los estados industriales más avanzados de Occidente».
El cardenal Iuliu Hossu comprendió claramente ese momento astral en relación con la época que vivía el mundo entonces.
«La Asamblea Nacional desea que el Congreso de la Paz logre la comunión de las naciones libres para garantizar la justicia y la libertad de todas ellas, grandes y pequeñas por igual, y que se elimine la guerra como medio para regular las relaciones internacionales en el futuro. Los rumanos reunidos en esta Asamblea Nacional saludan a sus hermanos de Bucovina, liberados del yugo de la monarquía austrohúngara y unidos a la madre patria, Rumanía. La Asamblea Nacional saluda con amor y entusiasmo la liberación de las naciones hasta ahora sometidas a la monarquía austrohúngara: checoslovaca, austroalemana, yugoslava, polaca y rutena. Decide que este saludo se dé a conocer a todas esas naciones. La Asamblea Nacional rinde homenaje con humildad a la memoria de los valientes rumanos que derramaron su sangre en esta guerra para hacer realidad nuestro ideal, muriendo por la libertad y la unidad de la nación rumana. Asimismo, la Asamblea Nacional expresa su gratitud y admiración a las potencias aliadas que, mediante brillantes combates librados con tenacidad contra un enemigo preparado durante muchas décadas para la guerra, han salvado a la civilización de las garras de la barbarie».
Las palabras del mártir Iuliu Hossu han llegado hasta los rumanos de hoy como testimonio de la legitimidad de lo que se hizo entonces para conseguir un presente y un futuro dignos de los sacrificios realizados por las generaciones que lucharon por la Unión. Reafirman el hecho de que la felicidad del ser humano se alcanza cuando se vive en libertad con los semejantes y con las minorías. No es el humillado y oprimido, sino el que elige personalmente su destino.
Versión en español: Victoria Sepciu