Club Cultura: Repollo, patatas y otros demonios. Después de 10 años.
En 2015, el director Șerban Georgescu inició una incursión única en la realidad rural local, encarnada en un documental que tuvo mucho éxito: Repollo, patatas y otros demonios. La película narra los esfuerzos de los habitantes de un pueblo cercano a Bucarest, Lungulețu, para salir de un círculo vicioso del que nadie salía ganando. Diez años después del inicio de su experimento, Șerban Georgescu regresó a Lungulețu y realizó una segunda parte del documental, que plantea más preguntas.
Corina Sabău, 17.05.2025, 11:59
En 2015, el director Șerban Georgescu inició una incursión única en la realidad rural local, encarnada en un documental que tuvo mucho éxito: Repollo, patatas y otros demonios. La película narra los esfuerzos de los habitantes de un pueblo cercano a Bucarest, Lungulețu, para salir de un círculo vicioso del que nadie salía ganando. En resumen, un pueblo, 1.000 tractores, 100.000 toneladas de col, pero ningún beneficio. Para documentar la situación, el propio director pasó un año en Lungulețu, trabajó un trozo de tierra junto a los aldeanos y trató de vender la cosecha. De esta manera, trató de comprender por qué estas familias terminan viviendo de deudas, a pesar de que existen todos los requisitos para un negocio exitoso: tierra fértil, maquinaria moderna y cosechas abundantes.
“Repollo, patatas y otros demonios” tuvo una gran acogida entre el público, generó ecos dentro de la sociedad rumana y se difundió en los más variados contextos educativos. La película se proyectó no sólo en festivales de cine (DOK Leipzig, Docudays UA – Kiev, Milenium International Documentary Film Festival – Bruselas, One World Romania, Transilvania International Film Festival), sino también en eventos como el Día de la Cosecha (Slatina, en presencia de más de 1000 agricultores), el lanzamiento del Decenio de las Granjas Familiares en el seno de la FAO de las Naciones Unidas (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), así como en 36 escuelas secundarias del país (a través del programa One World Romania at School).
Diez años después del inicio de su experimento, Șerban Georgescu regresó a Lungulețu y realizó una continuación del documental, que plantea más preguntas. ¿Han logrado los aldeanos superar su falta de confianza en cualquier decisión “colectiva” o en cualquier líder? ¿Han logrado asociarse para que sus voces se escuchen mejor? Hablamos con Șerban Georgescu sobre el enfoque único que eligió para documentar su película: trabajar durante un período de tiempo como la mayoría de los habitantes de Lungulețu.
”Me resultó bastante difícil idear esta fórmula. No fui sabiendo que me quedaría un año, no me lo había propuesto. De hecho, la prospección solo me llevó unos cuatro meses. Sobre todo porque para este tipo de documental no es fácil encontrar a los personajes. E incluso si los encuentras, no sabes cuán dispuestas estarán a acompañarte en este viaje durante un año o incluso más; es muchísimo tiempo. Pero durante esos meses de prospección, me di cuenta de que, de hecho, una historia auténtica surgiría si yo también participaba, desde mi perspectiva de urbanita. Y, por cierto, así empieza la película: estoy en un mercado de Bucarest con mi madre, y ella busca comprar verduras a un precio más bajo. En 2015, cuando hice la primera parte del documental, había varios mercados en los alrededores de Bucarest y se podía oír a los habitantes de la ciudad hablando con descontento tras ver los precios que los campesinos ponían en los puestos; parecían demasiado… Grande. Por eso quise formar parte de la historia, involucrarme como personaje: crear un puente entre la ciudad y el mundo rural. Así, tuve la oportunidad de vivir como estos agricultores y, desde mi perspectiva, contar lo que significa cultivar, regar, cosechar, realizar labores agrícolas a 40 grados en verano o, por el contrario, a 0 grados con las primeras heladas. Y después de cosechar, ir a venderlo y, a veces, esperar días enteros al mercado, me refiero al mercado mayorista de Lungulețu, para recibir muchísimo menos de lo invertido o incluso nada..”
La segunda parte del documental “Repollo, patatas y otros demonios” está disponible, con acceso gratuito, vía streaming online. El momento también estuvo marcado por un evento especial, una proyección en presencia del equipo en el Cine Museo Campesino de Bucarest. El intento de Șerban Georgescu de regresar a Lungulețu plantea la cuestión de si la sociedad rumana es capaz de cambiar en profundidad y si un documental tiene el poder de influir positivamente en lo que presenta.
” Un aspecto relevante es que la primera película, estrenada en 2015, se realizó casi ocho años después de la adhesión de Rumanía a la Unión Europea. Es evidente que el mercado que se abrió entonces pilló desprevenidos a los trabajadores agrícolas. Y también es difícil suponer que en tan solo unos años estas personas hubieran logrado adaptarse a los cambios que trajo consigo esta apertura y a las nuevas condiciones. Debemos recordar que este cambio nos pilló a todos desprevenidos, pero, al vivir en la ciudad, teníamos acceso a más información. Ahora, después de diez años, he vuelto a ver a los mismos personajes de la película: Nelu Pește, Vrabie, George. Unos personajes magníficos que reflejan muy bien, desde un punto de vista social, la situación allí. Volví y todos dijeron lo mismo, lo que demuestra que nuestra mentalidad ha cambiado, a pesar de vivir en estos tiempos políticos y sociales turbulentos. Todos admitieron que, sin los fondos europeos, no habrían logrado nada. Las cosas han evolucionado. Me parece que es muy importante que la gente lo entienda y lo diga.
«Repollo, patatas y otros demonios. Después de 10 años» es una producción de Kolectiv Film en colaboración con UPFAR-ARGOA.
(versión en español: Simona Sarbescu)